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España España · Córdoba
Voto de Tavarel:
8
7,5
3.953
Documental. Drama En 1985 dos amigos montañeros, Joe Simpson y Simon Yates, se encuentran escalando una montaña remota en los Andes -concretamente la cima del Siula Grande, un pico peruano de 21.000 pies de altura- cuando, cerca de la cumbre, uno de ellos se rompe una pierna. El otro intenta ayudarlo a bajar a un lugar seguro, pero las cosas no resultan tan fáciles. (FILMAFFINITY)
21 de setiembre de 2009
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
El arte tiene un compromiso por propia naturaleza con la trascendencia o, lo que es lo mismo, con el sentido. Los temas que describe son perfectos en esencia, es decir, forman parte de un mundo, equivocado o no, que se entiende por su coherencia y razonamiento interno, donde todo tiene un comienzo y un fin pero, sobre todo, un propósito o finalidad. En el arte, Dios es una presencia insalvable e irremplazable como garante de su propia realidad existencial.

En el cine, como arte que es (para muchos, bien llevado, el arte supremo), este componente esencial es más evidente o se muestra de forma más presencial o inteligible. Toda narración muestra a unos personajes tocados por el destino, no son libres de rebelarse a la propia tiranía de su mundo y de su creador. Siempre existe, por tanto, algo que supera la naturaleza de esos personajes. La deidad, pienso entonces, está presente siempre en el mundo cinematográfico, incluso cuando se pretende tocar temas ateístas, que bien poco importan.
A un personaje de ficción el sentido de su propia existencia se le escapa, pero existe ese sentido, ideado por el creador, para que su vida tenga dirección y finalidad, para que sus pasos no se pierdan entre la niebla.

En un documental, se trata un tema real pero que se nutre de la sabia cinematográfica, artística, que le dota de poder transgresor, de un propósito igualmente trascendente.

En Touching the Void, una persona, cual personaje de ficción, se encuentra acorralado por su propio destino. El documental, entonces, nos muestra el grado de fatalismo que atesora el personaje:
El alpinista Joe Simpson, junto a otro colega, suben la pared vertical del Siula Grande hasta llegar a su cima. No ha habido barreras trascendentales que sobrepasar. Su esfuerzo, determinación y, al cabo, objetivo entran dentro de toda lógica y coherencia mundana. Se trata de una misión con significación real, se lleve o no al éxito.

Pero entonces el documental cambia de rumbo. Joe Simpson se rompe una pierna en plena bajada de la cima, cayendo por una grieta de dimensiones oscuras y desconocidas. Se nos explica que, en tales situaciones, el alpinista queda abandonado a su suerte, queda en manos de lo que su destino haya prefijado; es decir, queda en manos de Dios.

Pero esto es un documental, un medio donde se muestra la vida real. Joe Simpson, tras su funesto accidente, desesperado, se pregunta sobre la existencia de Dios, sobre disponer su vida o no a sus designios. Decide no creer en Dios y bajar hacia los infiernos de la grieta, en busca de la luz de su salvación.
El documental entra entonces en el terreno de lo desconocido. Para creer en Dios hay que subir a los cielos, pero para tocarlo, para ser como Él, hay que bajar de ellos.
Joe Simpson ha superado leyes de la física y la supervivencia. Es su historia, y alcanza un sentido.
Joe Simpson, superando toda lógica y coherencia mundana, toca a Dios en este documental.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Tavarel
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