Nos presenta una historia sencilla y sin muchas vueltas que tan sólo se puede resumir en dos palabras, muerte y venganza, es así como Tobey Marshall (Aarron Paul) termina en la cárcel tras la muerte de un amigo y decide hacer justicia, en una carrera en la que sólo pueden participar los mejores ¿Quién mejor que nuestro protagonista?

Los actores hacen perfectamente sus papales, pero al estar acompañados de un guión bastante genérico, da como resultado un comienzo tedioso, teniendo altibajos que pueden llegar a molestar al espectador. El relleno de escenas para ocupar espacios a lo largo de los 130 minutos son muy evidentes y más de uno podrá decir: ¿Era necesaria esa escena? Incluso la escena post créditos deja mucho que desear.
Los verdaderos protagonistas son los autos, que es lo primero que capta nuestra atención desde el principio. Lo segundo, es escuchar el sonido de cada unos de ellos al arrancar, el cambio de velocidad, la tensión mientras se están manejando y el metal retorciéndose en cada choque. Ese tipo de cosas terminan dejando una mejor impresión de la que teníamos en un comienzo. En otras palabras, podemos apreciar una la gran cantidad de efectos, explosiones y choques que fueron realizados de manera espectacular, que van a dejar impresionado a más de uno.
El OST que acompaña no es la gran cosa y no destaca mucho, pasa desapercibida, incluso no debería ni mencionarlo, pero ya que hablamos de todos los aspectos que acompañan la experiencia de verla, vale la pena la aclaración.
En fin, logra entretener de manera insatisfactoria al público en general, si sos un viejo conocido de la casa de NFS, no garantiza que llegue a cumplir con tus expectativas. Una última recomendación si vas a verla, mira durante la tarde le da un acompañamiento de ambiente bastante copado.