Ante todo, cabe reconocer que es un film divertido -en su primera media hora- y tremendamente ocurrente. Dicho lo dicho, procedamos a verla más a fondo.

Los personajes actúan completamente opuesto a lo que deberían y tienen unas salidas tan absurdas y poco ortodoxas que parece que están todos drogados. Los vecinos locos que se creen que son la policía, o el diálogo donde precisamente Dunne discute con Arquette sobre la calidad de la marihuana, son prueba de ello.

A medida que avanza, todo lo que al principio era deliradamente ocurrente va perdiendo fuelle, y las situaciones absurdas ya no te sorprenden tanto y hasta las sientes forzadas como en el caso del personaje de Verna Bloom. El problema del guión se da cuando comienza a interceptar las historias, cuando empieza a relacionar a los personajes entre si, porque juega muy arriesgadamente con las casualidades.

En la dirección no hallo ni rastros de Scorsese más allá de un aroma a cierto humor negro, o mejor dicho a un humor con mala leche. De hecho es menos "scorsesiana" que "La invención de Hugo Cabret" (2011).

Las actuaciones son buenas, todas en ese tono de drogadicción en el que parecen estar los personajes. La mejor es la Arquette, muy inspirada, es justo cuando ella deja la pantalla que la cinta decae.

Lo mejor: los primeros minutos.
Lo peor: quiebra la atmósfera surrealista cuando empieza a conectar a los personajes.