A pesar de sus premios (como la Palma de Cannes) y sus buenas críticas, es ésta una película en la que se echan en falta algunas cosas; claro, teniendo en cuenta lo que se le exige al maestro Kurosawa.
El film no alcanza la profundidad en los personajes que merece, y todo acaba siendo una especie de halago a la figura de Tatsuya Nakadai, que es amo y señor de la historia, se interpreta a sí mismo en diferentes versiones y da el máximo de sí mismo.
También es precursor este film en el colorido tan clásico de los nipones, con escenas de combate que recuerdan por todos los lados a su cultura.

Bien, pues estás condiciones, que prometen pero no dan el máximo de sí, fueron repetidas por Akira Kurosawa en la más larga, pero más completa y posterior "Ran". Incluso el protagonista repite, dando Tatsuyo Nakadai vida a la figura del "Rey Lear". Misma estética, mismo contenido, mismo drama familiar, pero con menos éxito que "Ran", así queda este, por otra parte, más que digno film.