Bien. Antes de nada me gustaría aclarar un par de cosas. Desde siempre me he sentido muy atraído por Batman, desde que era pequeño. Tengo una gran colección de todo lo relacionado con el Murciélago: cómics, películas, camisetas, posters, figuras articuladas y todo el merchandising que os podáis imaginar. Ya sé que esto que estoy contando no tiene nada que ver con la crítica de "Batman & Robin", pero me sirve de hilo para explicaros una cosa y ya ponerme en situación.

Yo, a día de hoy (2006) tengo 17 años. Cuando vi esta película por primera vez en el cine tenía 8 años. Estaba de vacaciones con mi familia en Benidorm aquel verano, y fue allí donde vi "Batman & Robin" en el cine. Salí de aquella gigantesca sala encantado, entusiasmado, realmente sorprendido de haber visto un auténtico peliculón lleno de efectos especiales, con un reparto realmente espectacular, etc. Recuerdo que antes de volver a Jaén, me dio tiempo a ver la película tres veces más en el mismo cine de Benidorm, y mi opinión sobre la película seguía siendo la misma. Ni que decir tiene que durante ese verano de 1997 me compré todas las figuras de la película, así como todo lo que salió que llevase el nombre de "Batman & Robin", así como el videojuego para PlayStation; y pasado un año, la cinta VHS. En conclusión, me enamoré de esta película cuando era un crío...

Pues bien, desde aquello, han pasado nueve años, sigo siendo tan fan de Batman como entonces o más, sigo conservando todas aquellas figuras de "Batman & Robin" con muchísimo cariño, y no sólo sigo teniendo la cinta de vídeo, sino que ahora también la tengo en DVD y en edición de coleccionista. ¿Qué es lo que cambia? Mi mentalidad y mi opinión sobre la película: un lamentable y auténtico bodrio.

Perdonad que os haya contado toda esta historia, pero la veía esencial para meternos de lleno en la crítica. "Batman & Robin" (1997) de Joel Schumacher venía precedida por su anterior y criticada entrega "Batman Forever"; que trajo revoluciones a la saga del Murciélago como el cambio de Michael Keaton por Val Kilmer, la inclusión del personaje de Robin o el tan espectacular como fallido cambio de la estética de Gotham City.

Como ya comenté en mi crítica de "Batman Forever", la ciudad de Gotham pasa a ser el continuo festival del orgullo gay, con más luces de neón que nunca, con más drag-queens que en la anterior...

Estatuas gigantescas y sin fin; golpes con cierta acentuación (¡oh!, ¡¡¡ooohhh!!!, ¡oh, sí!). En definitiva: patética. Sólo se salva la escena en la que Bruce Wayne está hablando con Alfred en la cama, el resto, sobra todo.

Después de esto, Joel Schumacher parecía que había conseguido lo que realmente quería: acabar con Batman y con todo lo que había dejado atrás Tim Burton, que no era poco. La saga se terminó, a penas recaudó en taquilla y las ventas de merchandising no fueron tan espectaculares como las de "Batman Forever”.