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Voto de Chris Jiménez:
7
Western. Acción Remake libre de "Django", western de Sergio Corbucci. La cinta narra la Guerra Genpei, en la que los clanes rivales Minamoto y Taira se enfrentaron en el año 1.100 en Japón. Cuando la tensión llegue a un punto insostenible, un pistolero sin nombre pisará las calles polvorientas de la ciudad de Yuta... (FILMAFFINITY)
28 de junio de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta es la leyenda de un poblado perdido, allá, en el Este, no en el Oeste, donde dos clanes se encuentran enfrentados en los últimos suspiros de la era Heian.
Mucha sangre ha sido ya derramada, los cuervos, no los buitres, han picoteado muchos cadáveres. Es necesaria la presencia de un hombre que resuelva la situación...

Esta película tiene para mí un significado especial. Es la trigésima obra de Takashi Miike que pasa por mis ojos, y aunque no me ha dejado la misma huella que "Audition", "Big Bang Love", "Ichi, the Killer" o "La Lección del Mal", tengo que decir que me ha resultado impresionante, teniendo en cuenta de lo que estamos hablando, y muy entretenida. Esta vez Takashi Miike se vuelve a liar la manta a la cabeza y adapta al estilo oriental la inmortal "Django" de Sergio Corbucci. Aunque más que una adaptación esta historia funciona como una precuela.
Rsultaría descabellado encontrarse combinado el Este y el Oeste, ¿no? Samuráis y pistoleros, revólveres y katanas, sheriffs y ronin. Sí, la verdad es que es un disparate...¿pero cuando coño le ha importado eso al bueno de Miike? Pues ya está, mezcla preparada, en lugar de "spaghetti western" hablemos de "sushi western". Algo inédito no es ni mucho menos, ya que el tema sería explotado desde principios de los '60 con "The Man with a Shotgun" de Seijun Suzuki, pasando por la aventura de Terence Young, "Sol Rojo", donde encontrábamos a Charles Bronson y Toshiro Mifune juntos, y llegando hasta la de Kihachi Okamoto, "East meets West".

Aparte de que la guerra Genpei, un importante conflicto civil que confrontaría a las familias Taira y Minamoto a finales del siglo XII por la codiciada sucesión imperial, sea motivo de inspiración, las referencias en la ficción están más que claras: las italianas producciones de Leone y el estilo épico de Kurosawa; la verdad es que es todo un homenaje a ambos géneros, haciéndonos tener a "Yojimbo" en mente todo el rato (o a su homóloga hispanoitaliana "Por un Puñado de Dólares"), además de haber un toque esperpéntico y de viñeta heredado claramente de Rodríguez y Tarantino, este último haciendo aquí un impagable cameo (claro, Miike salió en "Hostel", así que...).
Es algo envidiable, cuando uno ya no podía creer que fuera posible reinventar algo en el cine y llega el nipón y crea su propio género con restos de otros. Durante las dos horas de película nos podemos deleitar de un despliegue de medios y una puesta en escena de lo más espectacular, llena de acción, violencia y ese humor tan bizarro que le gusta a Miike. La preciosista fotografía de Toyomichi Kurita es increíble, así como esa música de Koji Endo que logra trasladarnos a las tierras de Almería (aunque la distancia sea considerable).

Un detalle bastante curioso es que los personajes hablen en inglés como si estuvieran de verdad en el Oeste. No lo hacen mal, pero qué raro resulta escuchar a un japonés gritando "Shit!", "get out!" o "I'll kill ya!". Hay que reconocer que esta gente no ha nacido para hablar en inglés y se nota. Sin embargo lo que falla bastante es que la historia se centre tan poco en el pistolero encarnado por ese gran Hideaki Ito, dejando el protagonismo a otros personajes que no logran empatizar con el público o que resultan ser poco carismáticos, aunque no hay que desdeñar la labor de Koichi Sato, Yusuke Iseya, Shun Oguri, Kaori Momoi, la muy sensual Yoshino Kimura y ese loco de Teruyuki Kagawa como el sheriff.
Hay momentos tan buenos como el enfrentamiento final en el pueblo, con sus "zooms", sus cámaras lentas y bizarros planos tan propios del realizador, el baile que se marca Yoshino Kimura (esa escena no puede ser más Rodríguez) o esa secuencia donde Yoshitsune se enfrenta, con su katana, a los revólveres del forastero, mostrando Miike nuevamente en una película suya la metáfora de la lucha con honor y la deshonrosa (¿critica, de algún modo sutil, a los americanos con eso?).

En fin, no será por aburrida, porque las dos horas (épicas) de duración se pasan muy rápido. El director consigue, una vez más, superarse a sí mismo y disfrutando como un niño de lo que hace.
Que buen detalle que el personaje de Tarantino tenga un nombre similar al del enterrador de "Por un Puñado de Dólares" y que salga la canción de "Django" al final, en una especie de moderno remix a la japonesa.
Chris Jiménez
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