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Voto de Chris Jiménez:
10
Romance. Comedia Alvy Singer, un cuarentón bastante neurótico, trabaja como humorista en clubs nocturnos. Tras romper con Annie, reflexiona sobre su vida, rememorando sus amores, sus matrimonios, pero sobre todo su relación con Annie. Al final, llega a la conclusión de que son sus manías y obsesiones las que siempre acaban arruinando su relación con las mujeres. (FILMAFFINITY)
6 de octubre de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las relaciones humanas son extrañas, irracionales, muy locas, pero las necesitamos en nuestra existencia, cada día.
Es como el chiste de las dos ancianas que van a comer a un restaurante de alta montaña: una dice "Vaya, aquí la comida es realmente terrible", y la otra contesta "Sí, y además las raciones son tan pequeñas"...

Woody Allen desea hacernos reflexionar sobre los pequeños pero trascendentales temas vitales que nos atormentan. Va a llegar su despegue como gran autor de pleno derecho; y es que (aun considerándola un servidor su obra favorita) "La Última Noche de Boris Grushenko", de holgado presupuesto, no parece cosechar el mismo éxito que "El Dormilón", sin embargo sí seduce a un público muy amplio, el del extranjero. Dada la evidente facilidad que tiene en el terreno de la comedia, decide alejarse un poco de ella y, junto a su amigo Marshall Brickman, se pone a trabajar en un guión que es, como luego admitiría, "un primer paso hacia la madurez".
La obra, que pasará por infinidad de títulos, se gesta de un modo caótico; se cruzan historias, personajes de la más diversa índole, se reescriben ciertas partes y eliminan otras, pero la finalmente bautizada "Annie Hall" se configura como el retrato de una mujer y de una pareja, que se conoce, se ama y se rompe por culpabilidad, misantropía e insatisfacción y que tiene mucho en común con la que formaron Diane Keaton y Allen. Éste escribe para ella un álter-ego nada disimulado; la actriz (de nombre real Diane Hall) presta a la heroína su excentricidad soñadora, sentido tan personal de la moda, carácter volátil y risueño, pasión por la fotografía, aspiraciones de cantante y atracción por California, Hollywood y la fama.

Pero primero conocemos a Alvy, quien se presenta ante nosotros en unos primeros minutos memorables, un cómico neoyorkino y estrictamente judío, una versión más neurótica, gesticulante, amarga, dominante y lúcida de Allen; y como él, ha tenido dos esposas, muchos años de psicoanálisis, una difícil relación familiar, una acentuada aversión a sus maestros y a los estudios, una especial repulsión por Los Angeles y una sufrida carrera en el mundo de la televisión. En definitiva, por más que se cuente con un guionista brillante como Brickman, el material autobiográfico es más que evidente.
Estas correspondencias estrechas con la vida real y las relaciones conceden al film un encanto irresistible, una embriagadora impresión de familiaridad con todos y cada uno de los personajes. Pero "Annie Hall" sobre todo impresiona por su libertad de forma, estilo y narrativa, pues al principio, cuando profundizamos en la vida temprana de Alvy, lo que debería ser coherente estructura cronológica, es asaltada por lo caótico de la imaginación del narrador y protagonista; en un momento dado, el pasado se rompe y aparece en plena clase, junto a los demás niños, un Alvy adulto (una de las secuencias más sorprendentes y recordadas).

(CONTINÚA LA CRÍTICA EN ZONA SPOILER)

En realidad, pese a la innovación de su forma y estructura, si por algo sorprende el film es por su sencillez, porque Allen únicamente desea relatar el inicio y el final de una relación; en mitad de esto nos brinda momentos que desafían cualquier cosa anteriormente ofrecida en el celuloide (o por lo menos en la tragicomedia), entre ellas la escena antes nombrada en el aula de Alvy, el plano-secuencia que le muestra realizando entrevistas a transeúntes en la calle o una para la historia (en la cola de un cine donde el célebre teórico Marshall McLuhan se introduce en un debate entre Alvy, un personaje inoportuno y pseudointelectual y el mismo espectador).
El neoyorkino se atreve a todo, aunque el rodaje le dura más de diez meses debido ante todo al perfeccionismo de su nuevo director de fotografía, Gordon Willis, un maestro de los colores y las luces que alcanzará su perfección en "Manhattan". Con estas bazas, la película se estrena y arrasa, dejando fuera de combate incluso a la "space opera" de George Lucas en la ceremonia de los Oscar, que no cuenta con la presencia de Woody al celebrarse un lunes y coincidir con su concierto semanal (de hecho cada día huirá más y más de las cámaras y los medios).

Como estaba pronosticado, su musa se lleva el premio a Mejor Actriz Principal; difícil es, por supuesto, no enamorarse de Annie/Diane, de su presencia delicada, su risa contagiosa, su estilo fascinante, sus patosos desvelos, su carácter firme y su maravillosa voz, con la que nos obsequia otra escena ya grabada a fuego en la memoria del público (la interpretación del "Seems like Old Times" en el pub, casi filmada en una sola toma excepto por un plano general). Junto a ella deslumbran otro buen puñado de actores, desde ese Tony Roberts que vuelve a encarnar al mejor amigo del protagonista a la simplemente genial Janet Margolin, ya esposa de Allen en "Toma el Dinero y Corre".
Y pasando por Carol Kane, Mordecai Lawner, Shelley Duvall, el gran artista Paul Simon, Joan Neuman, Jonathan Munk como el pequeño Alvy o unos jovencísimos Christopher Walken y Jeff Goldblum; y a lo lejos en la puerta de un cine, una principiante Sigourney Weaver acompañando a Alvy (McLuhan, sin embargo, fue un sustituto de Fellini y Buñuel). Hay que decir que un verdadero cinéfilo no lo puede negar: el 7.º Arte tendría menos categoría de no existir "Annie Hall"...pero, increíblemente, el mismo Allen lo hizo, pues no quedó convencido con su obra (y eso que, a partir de aquí, todas sus tragicomedias serían su extensión).

Y además, no tiene tiempo de pensar en ello ya que está preparando "Interiores", con la que da definitivamente la espalda a su pasado cómico e inicia una nueva etapa en su cine, más marcada por la amargura y la angustia (cuyo remate será "Maridos y Mujeres").
De todas las sentencias magníficas que se pronuncian he atesorado una en especial: "Uno siempre está intentando que las cosas salgan perfectas en el arte porque conseguirlo en la vida es realmente difícil...".
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Chris Jiménez
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