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Voto de Chris Jiménez:
7
6,8
41.515
Thriller. Intriga
Un escritor (McGregor) acepta a regañadientes el encargo de terminar las memorias del primer ministro británico Lang (Pierce Brosnan), tras la muerte de la persona que lo estaba haciendo. Para ello, se instala en una isla de la costa este de Estados Unidos. Al día siguiente de su llegada, un exministro acusa a Lang de autorizar la captura ilegal de presuntos terroristas y su entrega a la CIA, hechos que constituirían un crimen de ... [+]
19 de junio de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El tipo más corriente del Mundo, tan ordinario y tan oculto a la mirada de otros que incluso su nombre es irrelevante para la historia, de conspiración y crimen en la que se enzarza sin remedio, y nosotros junto a él, un fantasma rebuscando en las tripas de la corrupta política, y nosotros somos su sombra...
Una historia donde la ficción está vinculada a la realidad y donde lo cotidiano y real se encuentra más próximo a la ficción. Así lo describió el otrora periodista de The Observer y The Daily Telegraph reciclado en autor de éxito, Robert D. Harris, un tipo acostumbrado a las intrigas de gran rigor que casi se obligó a detener su saga de aventuras históricas para centrar sus miras en un tema de actualidad: el abandono del primer ministro británico Anthony Blair, de quien había sido partidario e incluso cercano a nivel personal. "Había sido"...hasta que su apoyo al presidente Bush en el conflicto de la invasión a Irak le apartó de él definitivamente.
Para Harris, que defendía que inmiscuirse en dicha guerra "fue el mayor error del gobierno británico", no quedaba ninguna duda de la postura ofensiva y crítica que iba a tomar cuando decidió crear "The Ghost", si bien ha jurado y perjurado que no quiso levantar ninguna polémica y que su alegato se refiere a la corrupción política en líneas generales y a las posturas erróneas con respecto a la participación y financiación de las guerras. Al mismo tiempo estaba el problema con el sr. Roman Polanski, quien deseaba realizar la adaptación de uno de sus libros pero el proyecto quedó cancelado.
Ese Polanski que vive su exilio en Europa por el precio puesto a su cabeza en EE.UU. debido al caso de pedofilia que sigue vigente desde tres décadas antes; es una extraña coincidencia su anhelo de rodar un "thriller" y la puesta en marcha de Harris de su novela; no tardan entonces, cuando se convierte en todo un "best-seller", en ponerse a trabajar mano a mano para comprimir sus más de 300 páginas, y la fidelidad del director es lo que más valora el escritor. "En el momento en que escuché cómo murió McAra debí haberme largado", son las reflexiones de nuestro héroe anónimo, que narra en primera persona su aventura, en cuya piel es fácil ponernos.
Aquí el apuesto Ewan McGregor le presta su rostro y ese carisma e ingenio tan inglés...pero no deja de ser la clase de personaje que fascina tanto a Polanski como a Harris: el idiota movido por la acción de otras personas y que queda atrapado en una maraña de intrigas arriesgando su vida, el arquetipo "hitchcockiano", otro inocente perseguido en tierra desconocida, figura que el primero ya explotó con "Frenético" o "La Novena Puerta", las cuales guardan relaciones con el presente film: complots con pedigrí político a un lado, expertos en libros bajo amenaza continua al otro...
Y compartiendo con el grueso de su filmografía algo común: las imparables fuerzas ocultas y el poder de seres terribles en la sombra capaces de someter y destruir a cualquiera. Una fuerza maléfica que se pronuncia desde algún recoveco del mundo real, en este caso formando un aterrador nexo entre el sector político y el mismo negocio de las editoriales: el arte tan refinado de fabricar la mentira y manipular a la masa ciudadana/consumidora. Así, el anónimo escritor, durante la primera parte de la trama (que obvia a su amante "Kate" de la novela, indignada con su trabajo), es movido y manipulado, arrojado a un universo ajeno de protocolos, medias verdades, discursos preparados y emociones retocadas.
Todo en el refugio donde se ocultan los trasuntos nada disimulados de Blair y su esposa Cherie que son Adam y Ruth Lang (a quienes dan vida Pierce Brosnan y Olivia Williams en poderosas actuaciones) es gris y difuso, igual que el escenario bañado en lluvia y viento perpetuo de Martha's Vineyard (incluso esto es falso; se trata de la isla alemana de Sylt por culpa de la restricción de movimientos de Polanski). De repente el aparentemente sencillo encargo de transcribir unas memorias del recién retirado político encuentra escollos que determinan dos pilares básicos de la intriga: uno desde la realidad, otro desde la imaginación.
(CONTINÚA LA CRÍTICA EN ZONA SPOILER)
Y como atrapado en un anillo de Moebius donde la fatalidad se erige como maestra de ceremonias, tendrá para la mala suerte del escritor repetirse una situación que ya sucedía al principio, donde, tras salir de la editorial Rhinehart, no lograba parar un taxi (y para más inri mientras el director Quigley le advertía sobre la mala espina que le daba todo el asunto). Parece cosa de espeluznante vaticinio, tras una resolución puramente "hitchcockiana" donde todas las piezas encajan en un complot que jamás vimos, ni siquiera intuíamos.
Polanski juega con nosotros, juega con el escritor, quien en la nada estuvo y a la nada se va, fuera de plano, una sombra nunca proyectada, una presencia que a penas se notó. El Mal, por supuesto, gana; el director, del mismo modo, también sufre su encuentro con el destino en forma de policías que le detienen en Suiza cuando va al Festival de Zurich, condenándole bajo arresto domiciliario. Irónicamente más emparentado iba a estar él con Lang que Blair...
Una historia donde la ficción está vinculada a la realidad y donde lo cotidiano y real se encuentra más próximo a la ficción. Así lo describió el otrora periodista de The Observer y The Daily Telegraph reciclado en autor de éxito, Robert D. Harris, un tipo acostumbrado a las intrigas de gran rigor que casi se obligó a detener su saga de aventuras históricas para centrar sus miras en un tema de actualidad: el abandono del primer ministro británico Anthony Blair, de quien había sido partidario e incluso cercano a nivel personal. "Había sido"...hasta que su apoyo al presidente Bush en el conflicto de la invasión a Irak le apartó de él definitivamente.
Para Harris, que defendía que inmiscuirse en dicha guerra "fue el mayor error del gobierno británico", no quedaba ninguna duda de la postura ofensiva y crítica que iba a tomar cuando decidió crear "The Ghost", si bien ha jurado y perjurado que no quiso levantar ninguna polémica y que su alegato se refiere a la corrupción política en líneas generales y a las posturas erróneas con respecto a la participación y financiación de las guerras. Al mismo tiempo estaba el problema con el sr. Roman Polanski, quien deseaba realizar la adaptación de uno de sus libros pero el proyecto quedó cancelado.
Ese Polanski que vive su exilio en Europa por el precio puesto a su cabeza en EE.UU. debido al caso de pedofilia que sigue vigente desde tres décadas antes; es una extraña coincidencia su anhelo de rodar un "thriller" y la puesta en marcha de Harris de su novela; no tardan entonces, cuando se convierte en todo un "best-seller", en ponerse a trabajar mano a mano para comprimir sus más de 300 páginas, y la fidelidad del director es lo que más valora el escritor. "En el momento en que escuché cómo murió McAra debí haberme largado", son las reflexiones de nuestro héroe anónimo, que narra en primera persona su aventura, en cuya piel es fácil ponernos.
Aquí el apuesto Ewan McGregor le presta su rostro y ese carisma e ingenio tan inglés...pero no deja de ser la clase de personaje que fascina tanto a Polanski como a Harris: el idiota movido por la acción de otras personas y que queda atrapado en una maraña de intrigas arriesgando su vida, el arquetipo "hitchcockiano", otro inocente perseguido en tierra desconocida, figura que el primero ya explotó con "Frenético" o "La Novena Puerta", las cuales guardan relaciones con el presente film: complots con pedigrí político a un lado, expertos en libros bajo amenaza continua al otro...
Y compartiendo con el grueso de su filmografía algo común: las imparables fuerzas ocultas y el poder de seres terribles en la sombra capaces de someter y destruir a cualquiera. Una fuerza maléfica que se pronuncia desde algún recoveco del mundo real, en este caso formando un aterrador nexo entre el sector político y el mismo negocio de las editoriales: el arte tan refinado de fabricar la mentira y manipular a la masa ciudadana/consumidora. Así, el anónimo escritor, durante la primera parte de la trama (que obvia a su amante "Kate" de la novela, indignada con su trabajo), es movido y manipulado, arrojado a un universo ajeno de protocolos, medias verdades, discursos preparados y emociones retocadas.
Todo en el refugio donde se ocultan los trasuntos nada disimulados de Blair y su esposa Cherie que son Adam y Ruth Lang (a quienes dan vida Pierce Brosnan y Olivia Williams en poderosas actuaciones) es gris y difuso, igual que el escenario bañado en lluvia y viento perpetuo de Martha's Vineyard (incluso esto es falso; se trata de la isla alemana de Sylt por culpa de la restricción de movimientos de Polanski). De repente el aparentemente sencillo encargo de transcribir unas memorias del recién retirado político encuentra escollos que determinan dos pilares básicos de la intriga: uno desde la realidad, otro desde la imaginación.
(CONTINÚA LA CRÍTICA EN ZONA SPOILER)
Y como atrapado en un anillo de Moebius donde la fatalidad se erige como maestra de ceremonias, tendrá para la mala suerte del escritor repetirse una situación que ya sucedía al principio, donde, tras salir de la editorial Rhinehart, no lograba parar un taxi (y para más inri mientras el director Quigley le advertía sobre la mala espina que le daba todo el asunto). Parece cosa de espeluznante vaticinio, tras una resolución puramente "hitchcockiana" donde todas las piezas encajan en un complot que jamás vimos, ni siquiera intuíamos.
Polanski juega con nosotros, juega con el escritor, quien en la nada estuvo y a la nada se va, fuera de plano, una sombra nunca proyectada, una presencia que a penas se notó. El Mal, por supuesto, gana; el director, del mismo modo, también sufre su encuentro con el destino en forma de policías que le detienen en Suiza cuando va al Festival de Zurich, condenándole bajo arresto domiciliario. Irónicamente más emparentado iba a estar él con Lang que Blair...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
El primero es la similitud entre Blair y Lang: su personalidad escurridiza e hipócrita, su pasado relacionado más con el mundo artístico, su actitud a veces coqueta y en especial su apoyo a la guerra contra el terrorismo. Aquí éste entrega a EE.UU. a presuntos terroristas que son sometidos a torturas, llevándole a ser acusado por crímenes contra la Humanidad.
En la novela, sin embargo, se trata de ciudadanos británicos, también posibles terroristas, pues Harris imagina un Londres en peligro por ataques y bombardeos constantes, lo que en la película nunca se menciona. Esto enfrenta dos perspectivas diferentes: la del lector y la del espectador.
De hecho parece más obvio defender la ferviente postura anti-terrorista de Lang (y es lo que un servidor hace) teniendo en cuenta el caos creado por el pueblo islámico en aquellos principios del 2.000. Entonces se erige el segundo pilar de la trama, que ya ha aparecido, que actúa de "macguffin" y que retoma su lugar. ¿El manuscrito? No, las memorias originales son un elemento que siempre están ahí, alimentando de fondo la trama. Es el predecesor del actual escritor fantasma, Michael James McAra, cuyo espíritu también planea sobre la historia, impregnándola de misterio e incógnita.
Es un paso importante en el enfoque narrativo. Con Lang fuera de juego, al que no veremos en mucho tiempo, el álter-ego de McGregor, cual Jefferies de "La Ventana Indiscreta", deja de ser un mero espectador de la acción y del teatro ante sus ojos para participar en ello; y lo que lo guía es precisamente el otro escritor, desde el más allá, por medio de sus pertenencias, su trabajo. Esas pistas, las mismas que tenía en sus manos el doctor de "Frenético", revelan secretos bien archivados que disparan realmente el suspense...el problema es que todos se revelan de golpe (unas fotografías, un número de teléfono extraño, una fecha errónea)...
Este es el primer error de un argumento tan sujeto a la lógica "hitchcockiana" que no puede evitar caer en los mismos trucos ilógicos empleados por el maestro británico décadas antes. Vendrán otros. Ir construyéndolo a base de sorpresas arbitrarias y casuales no es una buena idea, con personajes vitales para descubrir importantes sucesos que sólo cuentan con una secuencia y ya no vuelven; el cameo del gran Eli Wallach podría haber tenido más enjundia, por ejemplo, aunque es la búsqueda del misterioso Paul Emmett, supuesto amigo íntimo de un Lang a quien no vemos desde hace casi una hora, lo que deja por los suelos la solidez narrativa en la que se apoyaban la película.
Sería interesante saber qué demonios estaban bebiendo Harris y Polanski cuando escribían juntos el guión, ya que cogen a este ser imponente, un Tom Wilkinson con aspecto de manejarlo todo desde la sombra, lo presentan unos minutos y nunca más se supo; peor pinta tiene ese coche del fallecido McAra cuyo GPS nadie revisó y que lleva al protagonista directamente a la casa de Bennett (los de la C.I.A., como vemos, no son tan inteligentes...) o, y ya es el colmo de los colmos, la forma que tiene de lograr información sobre éste...¡consultando en Google! No en páginas clave o secretas, en el mismo Google (que ya es difícil encontrar ofertas de trabajo, ¡imaginen ustedes información gubernamental!).
De estar realizado el film veinte años antes estos datos habrían sido consultados en bibliotecas especializadas, pero incluso eso es creíble; el caso es que llegados a este punto al director le importa poco la coherencia, sólo la atmósfera y la progresión del disparate conforme el escritor avanza en sus pesquisas y sortea varios peligros y a otros individuos extraños que actúan debido a las consecuencias de sus propios actos...
Mientras Lang, a quien no veíamos desde una hora o más, sufre un destino que Harris hubiera pensado conveniente para Blair. Esa es la mayor sorpresa y la mayor locura: liquidar a un personaje clave recién aparecido tras tres cuartos de metraje.
En la novela, sin embargo, se trata de ciudadanos británicos, también posibles terroristas, pues Harris imagina un Londres en peligro por ataques y bombardeos constantes, lo que en la película nunca se menciona. Esto enfrenta dos perspectivas diferentes: la del lector y la del espectador.
De hecho parece más obvio defender la ferviente postura anti-terrorista de Lang (y es lo que un servidor hace) teniendo en cuenta el caos creado por el pueblo islámico en aquellos principios del 2.000. Entonces se erige el segundo pilar de la trama, que ya ha aparecido, que actúa de "macguffin" y que retoma su lugar. ¿El manuscrito? No, las memorias originales son un elemento que siempre están ahí, alimentando de fondo la trama. Es el predecesor del actual escritor fantasma, Michael James McAra, cuyo espíritu también planea sobre la historia, impregnándola de misterio e incógnita.
Es un paso importante en el enfoque narrativo. Con Lang fuera de juego, al que no veremos en mucho tiempo, el álter-ego de McGregor, cual Jefferies de "La Ventana Indiscreta", deja de ser un mero espectador de la acción y del teatro ante sus ojos para participar en ello; y lo que lo guía es precisamente el otro escritor, desde el más allá, por medio de sus pertenencias, su trabajo. Esas pistas, las mismas que tenía en sus manos el doctor de "Frenético", revelan secretos bien archivados que disparan realmente el suspense...el problema es que todos se revelan de golpe (unas fotografías, un número de teléfono extraño, una fecha errónea)...
Este es el primer error de un argumento tan sujeto a la lógica "hitchcockiana" que no puede evitar caer en los mismos trucos ilógicos empleados por el maestro británico décadas antes. Vendrán otros. Ir construyéndolo a base de sorpresas arbitrarias y casuales no es una buena idea, con personajes vitales para descubrir importantes sucesos que sólo cuentan con una secuencia y ya no vuelven; el cameo del gran Eli Wallach podría haber tenido más enjundia, por ejemplo, aunque es la búsqueda del misterioso Paul Emmett, supuesto amigo íntimo de un Lang a quien no vemos desde hace casi una hora, lo que deja por los suelos la solidez narrativa en la que se apoyaban la película.
Sería interesante saber qué demonios estaban bebiendo Harris y Polanski cuando escribían juntos el guión, ya que cogen a este ser imponente, un Tom Wilkinson con aspecto de manejarlo todo desde la sombra, lo presentan unos minutos y nunca más se supo; peor pinta tiene ese coche del fallecido McAra cuyo GPS nadie revisó y que lleva al protagonista directamente a la casa de Bennett (los de la C.I.A., como vemos, no son tan inteligentes...) o, y ya es el colmo de los colmos, la forma que tiene de lograr información sobre éste...¡consultando en Google! No en páginas clave o secretas, en el mismo Google (que ya es difícil encontrar ofertas de trabajo, ¡imaginen ustedes información gubernamental!).
De estar realizado el film veinte años antes estos datos habrían sido consultados en bibliotecas especializadas, pero incluso eso es creíble; el caso es que llegados a este punto al director le importa poco la coherencia, sólo la atmósfera y la progresión del disparate conforme el escritor avanza en sus pesquisas y sortea varios peligros y a otros individuos extraños que actúan debido a las consecuencias de sus propios actos...
Mientras Lang, a quien no veíamos desde una hora o más, sufre un destino que Harris hubiera pensado conveniente para Blair. Esa es la mayor sorpresa y la mayor locura: liquidar a un personaje clave recién aparecido tras tres cuartos de metraje.