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España España · Las Palmas de Gran Canaria
Voto de Arsenevich:
5
Comedia. Romance Cuatro historias independientes con un escenario común: la ciudad de Roma. En la primera, un matrimonio americano (Woody Allen y Judy Davis) viaja a italia para conocer a la familia del prometido de su hija (Alison Pill). En la segunda, un italiano (Roberto Benigni) se hace famoso sin motivo de la noche a la mañana. En la tercera, un arquitecto californiano (Alec Baldwin) visita Roma con sus amigos donde conoce a un estudiante (Jesse ... [+]
4 de enero de 2019
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Conociendo el fanatismo de Woody Allen por Fellini y por el cine italiano en general uno quizá esperaba más de esta especie de homenaje a la ciudad de Roma y a las comedias de episodios que jalonaron parte de las carreras del cineasta de Rímini, además de Visconti, De Sica, Pasolini, Rossellini y algunos más. El cóctel, algo amorfo y un poco vulgar, se deja ver y entretiene a ratos, aunque uno tiene la sensación de que Allen, en los últimos años, se ha dedicado a hacer tres modelos de películas que no se apartan de unas pocas estructuras un tanto graníticas: la comedia ligera con ínfula trascendental (léase «Si la cosa funciona», «Melinda y Melinda», «Scoop»), el homenaje a la ciudad (la infumable «Vicky Cristina Barcelona», «Medianoche en París», «Café Society» y la que nos ocupa) o la reflexión sobre el crimen y la moral («Irrational Man», «Blue Jasmine» o «Match Point», estas dos últimas realmente muy buenas). No es que se espere mucho más de un cineasta que parece haberse agotado en sí mismo, pero en ocasiones uno se plantea si no sería conveniente una retirada a tiempo.

La conjunción de historias que plantea en esta película intenta convertirse en un homenaje a la ciudad eterna, pero la verdad es que es bien poco lo que se observa de ella. Allen comete el mismo error que en «Vicky Cristina Barcelona» esquematizando al máximo el carácter y la idiosincrasia romanas e intenta hacerlas chocar con el ánimo sorprendido del puñado de norteamericanos que salen en pantalla, él mismo entre ellos. Como se trata de Woody Allen, es obvio que nos encontraremos con algún que otro retruécano ingenioso e hilarante, como el episodio del cantante de ópera que sólo afina bajo la ducha, pero en general la película es atolondrada y poco consistente.

El homenaje a «El jeque blanco» de Fellini intenta ser respetuoso pero termina siendo grotesco, principalmente por la aparición improcedente de una Penélope Cruz vulgar y ramplona (ojo: no es culpa de la actriz, sino de la composición semántica del personaje en sí). El entrañable Roberto Benigni quizá sea lo más destacable del film, aunque la historia que le toca representar arroja un mensaje burdo y ya demasiado manido (lo complicado que es ser famoso, la bendición que supone el anonimato y todo eso). Los juegos nostálgicos que pretenden causar un efecto reflexivo en la historia del arquitecto (con un correcto Baldwin de por medio) terminan siendo harto predecibles.

Un film más de los que Allen se está sacando de la manga en los últimos años. Instalado definitivamente en la irregularidad, ofrece aquí un intento de homenaje a una ciudad que es cine puro (lo ha sido desde que Fellini la hiciera aún más inmortal en «La dolce vita») pero que un Woody Allen algo miope no sabe aprovechar.

Pasable.
Arsenevich
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