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Voto de Luis Guillermo Cardona:
9
Comedia. Aventuras. Romance Un joven millonario hipocondríaco viaja con su guapa enfermera y su servicial mayordomo a la imaginaria isla sudamericana de Paradiso. Pero, a pesar de su nombre, la isla no es lo que cabría esperar. (FILMAFFINITY)
10 de agosto de 2010
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay películas que se hacen para justificar las guerras… éstas son válidas cuando se trata de derrocar a un bárbaro o a un tirano, pero dan rabia y grima cuando justifican el arrasamiento de un pueblo, sólo para apropiarse de sus tierras y/o de sus riquezas. Hay películas que se hacen para demostrar las infamias de la guerra… éstas dignifican al hombre y traen luz a la humanidad porque promueven un mundo civilizado. Y hay películas que se hacen para reírse de la guerra… éstas traen esperanza para el hombre porque, se necesita grandeza y profunda sensibilidad, para ver el lado positivo o amable que puede haber en cualquier conflicto.

“¡VENGA ALEGRÍA!” es otra irradiación de magia, de enorme ingenio y de encanto a borbotones, que le debemos a ese maravilloso comediante que fuera Harold Lloyd. Ahora, él es un ricachón ocioso con un nombre de alcurnia, Harold van Pelham, y como terapia para una reciente enfermedad, se marcha con su enfermera (“la mujer que pone alma y corazón en su trabajo… sobre todo corazón”) y con su mayordomo Pipps, hacia una isla de Suramérica cuyo nombre promete las mayores satisfacciones. Se llama Paradiso y se encuentra situada en el mar de Chile. Pero allí la paz dura segundos porque, en ese preciso instante, un ejército de rebeldes se prepara para el derrocamiento del gobierno… y nuestro amigo Harold ha sido puesto en la mira, porque todo hace suponer que es un aliado del Estado. Lo curioso es que el líder (un renegado gringo), los rebeldes (malhechores de la isla) y las mujeres, visten todos como mexicanos. ¿Se le olvidó a Harold, y a sus directores, que la isla está ubicada en Suramérica?

Pero bueno, esto no es relevante. Boo-boos hemos visto hasta en “Titanic”. Lo que importa aquí, es la deliciosa alianza que establece nuestro Harold con el gigante Colosso y la manera pletórica de ingenio como juntos se enfrentan a sus enemigos. La sacada de la muela, la batalla con el cañón, la pelea con Jim Blake, la recreación de la guardia, el gigante buscando a la enfermera… son momentos hilarantes y de gran belleza por donde se miren. Aquí hay magia, plástica de gran altura y la presencia de un actor que se introduce para siempre en nuestros corazones.

Aplausos también para Johan Aasen, a quien siento ahora como el mejor gigante que ha dado la historia del cine. Tras este perfecto debut, sería invitado a aparecer en once filmes más, y le recuerdo también por “La parada de los monstruos”.

El amor es una gran fuerza, es el poder más grande del mundo. Si no me lo creen, vean lo que Harold von Pelham, un simple vividor adicto a los fármacos, es capaz de hacer cuando se meten con la chica de la que, ni siquiera se ha dado cuenta, está perdidamente enamorado.

Título para Latinoamérica: “¿POR QUÉ PREOCUPARSE?”
Luis Guillermo Cardona
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