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Voto de Luis Guillermo Cardona:
5
Aventuras. Western En 1763, en el periodo previo a la Guerra de Independencia Americana (1775–1783), una joven inglesa es deportada a las colonias americanas como esclava. En el barco consigue la libertad después de ser comprada por un apuesto aventurero, pero cuando éste se marcha un malvado político decide volver a convertirla en esclava. (FILMAFFINITY)
11 de julio de 2015
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
“¡Cover up, cover up!”(¡Tapen, tapen!), es una de las frases que nunca ha dejado de gritar la clase política estadounidense a lo largo de su historia… y lo que se ha pretendido siempre con tan preocupado clamor, es cubrir las vergüenzas, los atropellos y las infamias que sus gobernantes e instituciones, van cometiendo con el paso de los años y que todavía resuenan en el cielo. A este propósito, Hollywood ha prestado uno de los más eficientes servicios y los directores mercenarios están siempre listos para hacer la tarea.

Como ‘La rebelión de Pontiac’, fue recordada la respuesta armada que, un gran grupo de tribus americanas, en cabeza del cacique otawa, Pontiac (1720-1769), llevó a cabo a partir de 1763, como respuesta a la ocupación militar (y civil) inglesa de sus territorios que, para los indígenas, significó además toda suerte de afrentas y restricciones que les hacían la vida imposible, pues, la clara intención de los colonizadores, era su arrinconamiento y de ser posible su definitivo exterminio. Tres años duraron los enfrentamientos y los nativos se hicieron sentir hasta que, viendo la situación harto peliaguda, los ingleses se vieron forzados a acudir a la diplomacia y pactaron la paz… hasta nueva orden.

Con el cuento del “¡Tapen, tapen!”, el director Cecil B. De Mille, de sobra conocido por su posición conservadora, vendida a los intereses del sistema, tampoco tuvo escrúpulo alguno en traicionar la verdad histórica, y puesto a su disposición un altísimo presupuesto (5 millones de dólares de 1957), un equipo técnico de primera línea y un reconocido grupo de actores con Gary Cooper y Paulette Goddard a la cabeza, forjó este llamativo filme de aventuras que, sin pudor alguno, convierte a los osados, inescrupulosos e incontenibles colonizadores en “héroes inconquistables que forjaron una gran nación”, mientras que los indios quedan como “los crueles, brutos y salvajes exterminadores que impedían el progreso y el incontenible avance de la insigne raza blanca” (¡Que despliegue de oratoria falaz!)

Hace poco, veía fotografías sin maquillaje de algunas actrices del Hollywood de los últimos años, y siento que así, ¡igualito!, quedaría “LOS INCONQUISTABLES”, si se consiguiera separar su preciosismo visual y su lujoso vestuario, de su banal historia. ¡Pura fachada! Da grima ver al capitán, Christopher Holden, luchando por la libertad de Abigail (sólo porque le resulta bella) y totalmente indiferente ante la esclavitud de un alto número de hombres y mujeres del pueblo que, acusados de cualquier delito, al Estado le sirve como excusa para obtener con ellos mano de obra barata.

Como ocurre con otras tantas películas hollywoodenses, se necesita “gozar” de la ignorancia histórica para poder solazarse con esta necia aventura que, en su momento, también recibió sus buenos palos de parte de la crítica objetiva, mientras que no faltaron los "habitosos" (1) con su canastilla de elogios: “Uno de sus filmes más ridículos, pero bastante divertido”, “Clásico incontestable”, “Si hubiese que elegir una sola película americana, esa sería Los inconquistables, y puede prescindirse de las demás”… (¡!!!!¡)

El primer concepto -de Leonard Maltin- me parece el más justo, porque el filme también tiene dos o tres buenos chistes; la señora Goddard luce tan auténticamente aterrorizada en las escenas de peligro que, de manera frecuente, tuvo agarrones con el director por ponerla en tales situaciones. ¿Y no es “admirable” verla perfectamente maquillada hasta en los momentos más inexplicables? Además, puede añadirse que, algunos diálogos, resultan realmente atinados en sus propósitos mordaces.

Y bueno fue ver en el rol de Hannah a Katherine De Mille -la hija adoptiva del director-, en una oportunidad que éste quiso brindarle, después de haberle dado la espalda por muchos años por haberse casado con el actor mexicano Anthony Quinn… ¡Un medio-indio con sangre azteca!

Las cosas que más odias te perseguirán como la sombra al caminante.

(1) Con esta palabra aludo a las personas dispuestas siempre a vender su alma aunque terminen haciendo el oso.
Luis Guillermo Cardona
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