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Voto de Luis Guillermo Cardona:
7
Drama Etienne Lantier, un joven parado, se establece en Montsou, un pueblo del Norte de Francia. Allí se hace minero y descubre la miseria, el alcoholismo, las relaciones sexuales sórdidas, la indecencia de hombres como Chaval o la generosidad de Toussaint Maheu; en suma, un mundo de hombres condenados al sufrimiento por el capital. Así es como se compromete con la lucha socialista. Pero algo brilla en medio de tanta miseria: el amor entre ... [+]
17 de abril de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sí, pareciera que, en muchas partes del mundo, ‘los pueblos mineros estuviesen condenados a cadena perpetua en el presidio del hambre’, como bien lo expresara Émile Zola en su brillante novela “Germinal” que, aunque publicada en 1885 y aunque transcurre en 1860, todavía conserva una vigencia tan abrumadora que, echas bien las cuentas, quedamos muy mal parados como especie humana. Minas que vulneran gravemente el equilibrio ecológico arrasando con la naturaleza sin contemplación alguna; muchas de estas minas funcionando ilegalmente ante la vista cómplice de los gobiernos; salarios misérrimos, sin prestaciones de ley y sin seguridad social; condiciones laborales con altísimo riesgo de enfermedades crónicas, accidentes y tragedias mortales; maltrato, acoso y abuso cotidiano… y a todas estas miserias, los obreros ‘solo deben estar agradecidos, porque, gracias al trabajo que ahora tienen, pueden llevar pan a sus casas’. “¡Qué importa –piensan los privilegiados- que, mientras los obreros comen su pan, los patronos a diario se atiborren de pavo y de faisán, y mientras los obreros beben agua o el asqueroso aguardiente, los directivos solo tomen whisky, vodka o champán!... ¡Así se ha repartido el mundo, y eso nadie va a poder cambiarlo!”

Pero, Émile Zola, va a ilustrar con rigor y sin reserva alguna, la suerte de cosas que podrían suceder cuando, harto de sufrir y de carecer, al borde de la locura por los crueles e incesantes abusos, el pueblo, un día, decida volverse contra sus amos y contra los que detentan el poder.

Aunque, la versión realizada por Claude Berri (con guion suyo y de Arlette Langman) es mucho más fiel a la novela que la que, 30 años antes, realizara Yves Allégret, la de éste conserva mejor el aire romántico de la relación entre Étienne y Catherine, teniendo además, ambos intérpretes, un mayor carisma, y la lucha obrera es vista en términos más amables ante la imposibilidad de incluir las explicaciones psicológicas y sociológicas con las que Zola conduce a ciertas acciones salidas de cauce. En cambio, Berri, al limitarse tan sólo a registrar hechos, deja al margen casi toda explicación y es fácil que esto conduzca a imprecisas y/o injustas interpretaciones.

Se le abona al irregular director francés de esta nueva versión, una convincente puesta en escena, una fotografía en exteriores bastante atractiva y ese deseo de dar un aire épico a la historia en pleno. Pero, con frecuencia, vale más tacto y sentimiento que sensacionalismo y ostentaciones, y por esta razón, la obra de Yves Allégret seguirá siendo mejor recordada.

En la actuación, solo digna de alto aprecio la fuerte presencia de, Miou-Miou, como la perseverante señora Maheu; la de, Jean Carmet, como el indeclinable Bonnemort; y la de la siempre guapa, Anny Duperey, quien, como Clotilde Hennebeau, está dispuesta a darle sal y hiel a su explotador marido.

Para recordar, una frase mordaz mejor expresada que en el mismo libro:
- ¡No le dará las gracias, es lo mismo que darle un par de gafas a un pato!
Luis Guillermo Cardona
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