Me quedaba esta película de Chaplin por ver, una de las menos conocidas, tal vez por el título (parece muy poco original) o porque la trama les parece muy común (se basó en dos cortometrajes que hizo), pero fue una de las que más costó realizar, suspendiendo varias veces el rodaje (además de un incendio) y contando con animales a domesticar y muchos trucos peligrosos a ensayar. Contiene gags muy divertidos, y la relación entre Charlot y la artista de los aros es conmovedora, sobre todo el final, que no voy a relevar, tierno a la vez que triste y realista. Puede servir a veces para criticar la explotación que sufren algunos artistas a manos de empresarios o directores déspotas, violentos y agresivos, sometiéndoles a continuas horas de trabajo, pegándoles, dejándoles sin comer, etc.

Destaco la banda sonora que le incorporó Chaplin años más adelante, cuando la reestrenó, y los divertidos disfraces de los payasos, además del primer cuarto de hora, que fue un reír a más no poder, y cómo no, todos los números circenses que realiza Charlot o que accidentalmente él mismo crea, para diversión de los espectadores. De todas formas, reconozco que no llega a la altura de su anterior filme (La quimera del oro), aunque los siguientes recuperan ese listón, aunque sigue siendo un gran clásico. Un 8'5.