Opino que Audiard, ya desde Un Profeta, es un director sobrevalorado, pegado al aire de esta época. Libertad, infancia como país perdido, niños encerrados en adultos, utopía, el fantasma del padre... las ideas no son malas y hay momentos logrados, pero personalmente el discurso no me convence, sobretodo en la forma, digamos que el narcisismo del director se vehicula de manera demasiado palpable. Y lo que a veces se pretende poético también puede ser balbuceo modernillo, un poco hipsteroso. Aún así, visualmente no está mal, los actores son estupendos y los paisajes también. Pero dudo que dentro de unos años se siga considerando al director con la misma veneración que ahora. Como historia no convence, está demasiado lastrada por la voluntad de explicar un psicoanálisis (complejo de Edipo a tope) repartiendo la psique entre varios personajes que suman uno: el propio director. Por otra parte, algo muy habitual en el cine actual y que no deja de ser entretenido de hacer cuando la historia no engancha