Enciende motores y pinta para romperla. El contundente inicio, con imágenes y fotografía bien gancheras e intimidantes, con la presentación de sus personajes principales, con algunas coreografías maravillosamente armadas, no alcanza para mantener el ritmo.

Monga, un barrio bajo de Taiwan, donde el más fuerte manda e impone sus reglas, es el escenario donde un grupo de amigos tienen una banda para enfrentarse a la lacra más peligrosa.
Esta misma banda que arrastra sus raíces de otras generaciones.

Mosquito, protagonista e integrante de esta banda, se une simplemente por las permanentes humillaciones que sufre en la calle. Aún cuando tiene condiciones para el cuerpo a cuerpo, no tiene la frialdad necesaria que hay que tener a la hora de matar. En su camino también se enamora de una prostituta.

Monga es un película fuerte, con muy buenas coreografías de luchas y escenas bien logradas. Estas quiza son sus características más destacables.
Lamentablemente a medida que corre el tiempo las conversaciones sin sustancia, las escenas alargadas sin motivo, y la pérdida de un fuerte hilo conductor, la van transformando en apenas entretenida.

Las excelentes críticas que ha tenido esta cinta no son infundadas, sólo que al haber visto el film uno entiende que más se han resaltado sus virtudes, que sus defectos.
Es verdad que Monga es fuerte, es apasionante, tiene muy buenas escenas y ricos personajes.
Pero también Monga es larga, es larguísima, es irregular, es densa y es débil.
Todas sus características, las buenas y las malas, están intercaladas regularmente a lo largo de su metraje, con picos altos y bajos, con buenas intensiones y con pesadez.

No es una mala película, está claro, aunque tampoco esa maravillosa historia que amagó con ser. Nota:6.5