Creo que es difícil tener una filmografía tan variada como la de los hermanos Coen. Pero viendo cada una de sus películas a uno no le cabe la más mínima duda de quien está detrás de todas ellas. El estilo personal y el sello que los hermanos Coen imprimen a todas sus películas es absolutamente único.
Con su última película, Un tipo serio, el riesgo es, si cabe, mayor que en anteriores ocasiones. Venían de triunfar en todo el mundo, Oscar incluido, con la poco complaciente No es país para viejos, así que se podía esperar una concesión al gran público para no perder la conexión conseguida con su última película. Pero los Coen se salen por la tangente con su película más independiente, si es que alguna vez lo han sido, y hermética. Con unos actores desconocidos y una historia con la que es difícil conectar, se puede decir que han conseguido la mayor rareza de todas las que han dirigido hasta ahora. Eso si, manteniendo intacto el sello que les caracteriza.
Un tipo serio está ambientada el los años 60, y su protagonista es un hombre que vive su vida de forma modélica. Matrimonio, hijos, trabajo y como buen judío, religión. Estos son los pilares en los que basa su impecable existencia. Hasta que un día todo empieza a hacer aguas. Lo que en el común de los mortales no sería más que los altibajos del día a día, en la perfecta vida de Larry Gopnik se convierte en una espiral que le supera. Su mujer le quiere dejar, sus hijos no son tan perfectos como creía, su integridad como profesor se ve amenazada, le tentación le acecha en la puerta de al lado, y para colmo tiene que alojar al zángano de su hermano en casa.
Con estos ingredientes los hermanos Coen se centran en un ambiente que les resulta familiar, ya que es un entorno social y religioso similar al que crecieron ellos. Y se acercan a él con cariño pero a su vez con unas dosis de excentricidad que hacen que sea bastante difícil conectar en un primer momento con las desventuras del protagonista. La película, aunque parezca una comedia negra no deja de ser un drama bastante sangrante lleno de claves totalmente para alguien ajeno al entorno social en el que se desarrolla la historia, es decir, la mayoría de los espectadores.
Pero pese a la dificultad inicial Un tipo serio acaba resultando una película más que interesante, y es que el talento de los hermanos Coen consigue imponerse a una historia demasiado hermética para el público. Su estilo juguetón y brillante, consiguiendo auténtico cine de momentos más bien triviales, hacen de esta película una ingeniosa rareza. De raro, por desconocido, puede calificarse el reparto. Y ese es otro de los aciertos de la película. Desde el espléndido protagonista Michael Stuhlbarg hasta el último secundario pasando por Sari Lennick excelente también como su mujer.
Puede que Un tipo serio ocupe un lugar de transición dentro de la carrera de los Coen, pero aun así resulta más curiosa que buena parte de las películas estrenadas últimamente.