Ante esta película yo me sitúo en una posición intermedia entre el entusiasmo de los franceses (para los que es la película del año) y la indiferencia con la que ha sido acogida por la crítica española.
El dilema personal al que se enfrenta el protagonista resulta interesante. Es creíble la forma en que se nos cuenta como es su vida como peculiar agente inmobiliario, y resulta un contrapunto perfecto a la sensibilidad con que vemos como el protagonista disfruta con la pasión heredada de su madre por el piano.
Las relaciones del protagonista con los diferentes personajes resultan convincentes, siendo particularmente interesantes las que mantiene con su padre, con su profesora vietnamita y con la mujer de uno de sus socios.
El director sabe crear imágenes atractivas, y los actores son muy eficaces. Solo resulta un poco molesta la tendencia de Roman Duris a gesticular demasiado.
En resumen, una película correcta y eficaz.