Pocas películas de Almodóvar resultan tan sentidas y tan cercanas como esta. Habla de cosas que conoce muy bien, siempre lo hace, solo que en esta ocasión además le tocan por dentro, y eso se nota.
Combina de forma espléndida comedia castiza (o manchega) con la emoción contenida de los dramas mas complejos. Lo hace a partir de un guión tan depurado como complejo. Su cámara, si bien no es tan estilizada como en sus dos últimas películas, capta y retrata con sinceridad situaciones y personajes creíbles en todo momento.
La historia, que podría haber resultado disparatada, se ve y se sigue con una naturalidad pasmosa, y que no había conseguido en anteriores películas, siempre en el límite de la credibilidad.
Almodóvar siempre ha conseguido grandes actuaciones de sus interpretes, y en esta ocasión reune a un sexteto de actrices memorable, con una Penélope Cruz en lo mejor de su carrera (y más guapa y carnal que nunca), magistralmente secundada por el resto de actrices. Particularmente conmovedoras Carmen Maura y Blanca Portillo.
Y para el recuerdo muchos momentos, pero es especialmente emocionante el momento musical en el que canta Raimunda (con la voz excelente de Estrella Morente).
Con esta película Pedro Almodóvar ha vuelto la vista atrás, y lo ha hecho con el corazón más que con la cabeza, y eso se nota (para bien, por supuesto)