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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
6
Drama. Romance María comienza a trabajar como supervisora en un matadero de Budapest, pero pronto comienzan a surgir cotilleos y rumores sobre ella. Durante el almuerzo opta siempre por sentarse sola, y es consciente de sus deberes y obligaciones, con un estricto apego a las normas. Su mundo se compone de cifras y datos impresos en su memoria desde la primera infancia. Endre, su jefe, es un tipo tranquilo. Ambos empezarán a conocerse lentamente. (FILMAFFINITY) [+]
7 de marzo de 2018
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
56/26(28/02/18) Curioso y sugestivo film turbadoramente romántico de la húngara Enyedi (dirige y escribe), una singular historia de amor de dos almas inadaptadas que conectan en el mundo onírico. La cineasta húngara Ildikó, después de 18 años desaparecida cinematográficamente vuelve a la dirección con su quinto largometraje, expone un relato que se mueve entre el mundo crudo real, para remarcarlo que mejor que el escenario principal sea un frío y deshumanizado matadero de cerdos (con esa asepsia extraña de azulejos blancos manchados de sangre, sumado a ristras de gorrinos despedazados colgados del techo), y el de los sueños, siendo el escenario bucólico de un bosque nevado con dos ciervos (hembra y macho) corriendo en libertad entusiasta, navegando el desarrollo entre estos dos universos antagónicos, mostrando lirismo visual (no siempre equilibrado). Mezcla (irregular) de comedia negra con drama romántico, en el que la directora está más interesada en los silencios de las miradas que en los subrayados de las palabras, esto potenciado por las buenas actuaciones de su co-protagonistas Alexandra Borbély y Morscsányi Géza. Lejos de ser perfecta tiene entre sus defectos que cuesta entrar en ella, tarda en despegar y centrarse, se suma la incapacidad para sintetizar, alargando el metraje hasta las dos horas sin haber historia para tanto, sintiéndose algunos tramos subrayados innecesarios, quizás falta de seguridad de la realizadora en lo que cuenta. La cinta, elegida como candidata por Hungría en la carrera a los Oscar, fue la ganadora del Oso de Oro en el pasado Festival de Berlín y del premio a Mejor Película en el Festival de cine de Sydney.

Endre (Morscsányi Géza), de unos cincuenta años, divorciado, es director financiero de un matadero en Budapest, con una parálisis completa del brazo izquierdo. Mária (Alexandra Borbély), una treintañera, es supervisora de calidad recién incorporada a dicho matadero, con una especie de trastorno de síndrome de asperger. Los dos tras un incidente en el matadero descubren un vínculo entre ellos.

La realizadora sabe intrigarte con su poético inicio de un bello bosque cubierto de nieve, y por él dos hermosos venados libres, para a continuación cortar a un una habitación donde se despedaza un cerdo (un matadero), lugar sórdido, donde la muerte es algo mecanizado, en clara alegoría de las mecanizadas vidas de los protagonistas que a continuación nos presentan, dos disfuncionales almas, dos seres perdidos en la inmensidad que por casualidad encuentran que están unidos. A través de enterarse de este lazo onírico sus vidas cambian paulatinamente, desde su rutinaria existencia, vacía de contenido hacia no se sabe dónde pero que les hace evolucionar, esto lo vemos en ella de modo simbólico cuando interactúa cual marionetas con los playmovil, cuando se compra un móvil, cuando comienza a escuchar música, o en el precioso paseo por el parque (con el culmen cuasi-orgásmico de la “lluvia”), y en él en sus relaciones sexuales esporádicas, en la relación con su compañeros de trabajo (donde no todos son lo que parecen), siendo un sendero con espinas, pero también con ternura, una sinergia ensoñadora que los coloca en un plano surrealista, dos personas “islas” que encuentran su puente en los sueños, un amor que trasciende lo físico, que enarbola la bandera del amor espiritual, el sensorial (que cursi me está quedando), ello en este recorrido salpicado de humor caustico. Restan unos personajes estereotipados y con poco fondo, que incluso pueden desviar la atención (ejemplo la psicóloga “buenorra” con gran delantera, que no se sabe que aporta este rasgo sensual), en unas actuaciones de apoyo estériles a la hora de reforzar las personalidades protagónicas.

El último tercio se estira lánguidamente, ante una aparentemente incapacidad de comprimir, sintetizar y con ello dar solidez y agilizar el ritmo, a ello se suma para mal un recurso final que chirría cual cañón para matar moscas, un elemento melodramático supuestamente de humor negro que a mí me produce bastante incomodidad por el modo de trivializar algo tan dramático (spoiler)

Alexandra Borbély deleita con su belleza turbadora, con su hieratismo seco, con su adustez, con su asocialidad, con su soledad, emitiendo mundo interior inquieto, esto con pequeños y sutiles gestos, con una modulación de la mirada y de gestos excelente, siendo el éxtasis esa imagen paroxística de felicidad cuando descubre la excitante sensación de ser regada sobre el césped húmedo, la mejor toma de la película; Morcsányi Géza exhibe temple y taciturnidad en un rol que borda en su introspección, en sus diálogos serenos, en su fisicidad, transmitiendo melancolía, estar de vuelta de todo, viéndosele un arco de desarrollo cuando ve en “ella” alguien que puede hacerle despertar de su atonía general, teniendo ententes inquietantes con Alexandra, dos piezas de puzle que buscan la forma de encajarse en el mundo real como lo hacen en el de los sueños; Resto del elenco resulta intrascendente, por mucho que nos quieran colar una subtrama huera de contenido sobre un robo en el matadero.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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