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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
7
6,5
2.124
Serie de TV. Documental La truculenta muerte de un repartidor de pizza que atraca un banco con una bomba al cuello no es más que el principio de esta desconcertante historia real.
9 de enero de 2019
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
178/18(28/12/18) Más que interesante serie documental de cuatro episodios emitido por el canal Netflix, centrado en la perturbadora muerte de Brian Wells acaecido en extrañas circunstancias el 28 de agosto del 2003, conocido popularmente como “El collar bomba” o “Pizza-Bomber”. Trey Borzillieri tuvo la idea de hacer una serie sobre un crimen de alto perfil después de ver “Paradise Lost: The Child Murders” en Robin Hood Hills. Se sintió cautivado por el asesinato de Brian Wells cuando surgieron pruebas de que Wells podría haber sido forzado a cometer el robo con una bomba atada al cuello. Comenzó a entrevistar a personas en los alrededores de Erie (Pennsylvania), donde ocurrió el incidente. Comenzó una correspondencia con la reclusa Marjorie Diehl-Armstrong en 2005, dos años después de la muerte de Wells, porque ella podría tener información sobre el caso. Pasó años investigando el caso, incluso interactuando ampliamente con Diehl-Armstrong mientras ella estaba en prisión. La serie intenta reconstruir la cadena de eventos que llevaron al fatal desenlace, en una maraña de relaciones tóxicas, de seres marginales, donde el asesinato, las obsesiones, la codicia, la enfermedad, la arrogancia, el egoísmo, la venganza, se mezclan en un coctel incendiario, donde la verdad es un ente críptico, donde las medias verdades y las mentiras campan a sus anchas en pos de la manipulación y los intereses propios. Un caso envuelto en marañas de giros, de personajes que se mueven entre lo patético y lo maquiavélico, siendo el centro de la función una mujer carismática y retorcida como Marjorie Diehl-Armstrong.

El 28 de agosto de 2003, Brian Wells, un repartidor de pizzas de 46 años, entró tranquilamente en una sucursal del banco de la PNC en Erie (Pensilvania), portando una escopeta disfrazada de bastón y con una bomba alrededor de su cuello. Le pasó una nota al cajero explicando que la bomba explotaría a menos que le dieran $ 250,000. El cajero entregó todo el dinero disponible, solo alrededor de $ 8,000, y Wells salió del banco tan tranquilamente como había entrado. La policía lo encontró cerca poco después y lo esposaron. Las imágenes de la época lo muestran sentado en el suelo junto a su auto, explicando que es un rehén y que debe seguir las instrucciones que le dieron sus agresores o lo matarán.

El documental sigue a un conjunto de personajes imbuidos de sordidez, personas que viven de modo disfuncional, drogadictos, asesinos, prostitutas, ladrones, gente desequilibrada mentalmente, todo un universo sobrio que la serie nos hace ver pivotaba sobre la siniestra Marjorie Diehl-Armstrong. El co-director Borzillieri (también la voz narradora) basa gran parte del metraje en las conversaciones telefónicas que mantiene con la presidiaria Diehl-Armstrong, haciéndola desde su aparición en el episodio 2 el eje sobre el que orbita todo este mencionado microcosmos de outsiders, a estos los conoceremos a través de entrevistas e imágenes de archivo, esto mezclado con interviews a agentes policiales (estatales y del FBI) y periodistas que siguieron el caso, entrando en muchos casos en callejones sin salida, en errores, y en mucha laberintos, esto punteado por secuencias contemporáneas de lugares por donde se movieron los protagonistas, barrios suburbanos, casas decrépitas, calles míseras, ello en un increscendo lioso, donde de vez en cuando ante la inseguridad de que los que nos cuenta nos llegue bien, se nos hacen dioramas de los personajes. Ello en un mar encrespado, donde la verdad es opinable y moldeable por cada espectador, es difícil discernir lo real de lo contradictorio, derivando en un thriller de misterio, que me recuerda mucho al cine de los Coen, sobre todo a “Fargo”. Este personaje aliena a todos los que se le acerca, nos la muestran subliminalmente como un vampiro de personalidad bipolar que intoxica a todos los que se le acercan, nos relatan su pasado con un intrigante juego de evolución en que la vemos como una joven atractiva con sonrisa encantadora y como se va transmutando en fotografías en un ser de ojos que te atraviesan, arrugada, desprovista de emociones, gélida e inquietante. Mujer inteligente que cual maestra de marionetas se nos dice mueve los hilos de varias personas que terminan bailando a su son, entre ellos está Bill Rothstein (murió en 2004 de linfoma, eludiendo juicio alguno), con el que tuvo una relación especial, dos seres malsanos.

Es una serie donde los testimonios de los implicados resultan poco fiables, intentan salvarse tirando el “muerto” (y nunca mejor dicho, contra los demás, intentando los directores ser imparciales y neutrales, queriendo ser ambiguos, aunque se les nota cierta empatía con Brian Wells y querer demostrar fue un peón sin culpa en los trágicos acontecimientos. El misterio y lo velado se cierne sobre lo ocurrido, hasta desembocar en el cuarto y último episodio (The confessions), donde aparece un personaje clave que si fuera verdad, cosa que cuadra cerrando todas la incógnita del porqué de la participación de Wells en el robo, daría un tinte aún más lóbrego y patológico a la historia. Aun así dejan varias incógnitas sin cerrar, todo son teorías, y el espectador se convierte en juez, creyendo a unos o a otros, lo cual puede dar más riqueza. Además la serie toca superficialmente la importancia de los medios de comunicación en remover (quizás de modo amarillista) casos que llaman la atención.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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