375/16(15/11/20) Con motivo del décimo aniversario del fallecimiento del más grande cineasta español, Luís García Berlanga (12 de junio de 1921- 13 de noviembre de 2010), le he dedicado mi particular homenaje viendo y ahora escribiendo la crítica de la que fue su última dirección en cine, esta cinta coral irregular, con muchos bajones de ritmo, con demasiadas sub historias, se notaba ya un Berlanga falto de la mordacidad sutil de antaño, quizás agudizada en su época dorada por la sagacidad que debía desplegar para esquivar la censura de la dictadura. Pero aun con algunos buenos momentos que dejan entrever la genialidad del que fue responsable de obras maestras como “Bienvenido Mr Marshall”, “Plácido” o “El verdugo”, y donde sobre todo destaca un elenco actoral imposible de superar, con Agustín González, José Sazatornil “Saza”, Luis Ciges, Rafael alonso, Manuel Alexandre, José Luis López Vázquez, José Sacristán, Juan Luis Galiardo, Santiago Segura, Antonio Resines, Guillermo Montesinos, Amparo Soler Leal, Chus Lampreave, Antonio Gamero, Miguel Rellan, Monica Randall, Francisco Merino, Jose Sancho, Jose Luis Borau, y más. El guion del propio director basándose en una historia escrita por su hijo Jorge García Berlanga (quizás parte de la sal gorda del film venga de la ausencia en la escritura del compañero del realizador, el gran Rafael Azcona), donde se inspira en hechos del momento, haciendo una especie de revisión del guión de “La escopeta nacional” que analizaba el tardo franquismo, y aquí con un eje y estructura similar, incluso con igual núcleo en “Saza” buscando le paguen unas facturas estatales en medio de un sarao. Componiendo una denuncia con bisturí grueso de la sociedad del tiempo, la política, la banca, la empresa, la Iglesia, el tráfico de influencias, las mordidas, su corrupción, su hipocresía, su codicia, todo esto reflejado en una galería de personajes patéticos, miserables, mezquinos, bizarros, en una visión sello del director valenciano donde no da esperanza a la Condición Humana. En una comedia que mezcla todo tipo de humor, con diálogos divertidos, situaciones grotescas, y con un ritmo trepidante, emitiendo sensación de caos bullicioso permanente en este microcosmos que se convierte la prisión. Una sátira que se le va de las manos a Berlanga en su tramo final, pero que donde el gran pilar son sus carismáticos protagonistas. Desplegando una labia y carácter sensacional, siendo una delicia ver a muchos de estos intérpretes legendarios del cine hispano que poseen imán para la cámara. Tiene humor caustico, agudo, escatológico, de brocha gorda. Pero, lo malo que todo llega por acumulación, no hay sensación orgánica, se presenta la situación y se estira sin rumbo, solo hay querencia por amontonar gags al que den vigor estos mitos de la escena, hay marcas berlanguianas en sus clásicos planos-secuencias en toma general donde hacía que en primer y segundo plano sucedieran cosas con enorme maestría, pero le falta ese poder epidérmico de sus grandes films, aun así interesante y por momentos jocosa. Y es que ver interactuar estos titanes ‘inmortales’ de nuestro cine resulta épico.


Los productores le dijeron que tenía que rodar la película en un solo escenario y no se le ocurrió nada mejor que decir que en una cárcel, pero sin tener aún esbozada la historia, que la escribiría junto a su hijo Jorge, también crítico de cine. Luego la casualidad quiso que pudiera rodar en la Modelo de Valencia, donde su propio padre estuvo preso en dos ocasiones tras la Guerra Civil. Se desarrolla en el mencionado presidio, trata sobre un montón de gente heterogénea, la celebración del día del preso político, las víctimas de la represión se reúnen en la cárcel celebrando una fiesta organizada por Quintanilla (José Sacristán) cuando aparece un multitud de personajes y posteriormente se produce un motín. Hay un empresario de retretes (José Sazatornil), un mafioso del vaticano (Torrebruno), banqueros (Juan Luis Galiardo), un cura comunista (José Luis López Vázquez), un ministro (Joaquín Climent) y muchos otros.

Berlanga adorna su relato con un tropel de sub historias que se cruzan de modo anárquico, desequilibradamente, pero siempre con algún momento solaz. Donde circula un empresario, Artemio Bermejo (“de sanitarios Bermejo, para servirle”), agobiado por una deuda de 80 millones de un ministerio y que busca poder saldarla en este sarao, en lo que es papel cuasi-calcado del Jaume Canivell que protagonizó “La Escopeta Nacional” que también encarnó el gran “Saza”, dando humanidad a un pobre desgraciado del que se aprovecha todo el mundo ("Como si el ministro no tuviera cosas más importantes en las que preocuparse que en que la gente cobre!", le dicen sobre cobrar), además tiene operada la próstata con un mecanismo alemán (¿?), maravilloso. Teniendo de esposa a una marujona sensacional como Amparo Soler Leal, un gracioso Antonio Resines de cuñado, y un descacharrante Luis Ciges como un hijo adoptado bosnio (¿?); El organizador del festejo es Quintanilla, que termina superado por los acontecimientos en sus buenistas intenciones. José sacristán le imprime su natural don para la vis cómica caustica; El director (gran Agustín González) de la prisión enrollado con un travestí cocinero, siendo infiel a su esposa encarnada por una excelsa Chus Lampreave; Una espectacular pareja de un falangista (enorme Rafael Alonso) y un comunista, Modesto (enorme Manuel Alexandre), como dirían en “Cadena Perpetua” se han institunalizado y viven de lujo encarcelados, en esta ocasión buscando lujuria sexual con un ballet de monjas sexys caribeñas; Un cura rojo, el padre Rebollo (escaso José Luis López Vázquez), con propensión a las flatulencias;... (sigo en spoiler)