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Voto de TOM REGAN:
5
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6,7
1.218
Bélico. Drama
Durante la campaña del Pacífico, una heroica compañía americana lucha contra el avance de las fuerzas japonesas en Filipinas, perdiendo cada vez más terreno. Dos oficiales de lanchas torpederas, en contra de la opinión de sus superiores, intentarán frenar el avance utilizando las viejas embarcaciones contra los barcos nipones... (FILMAFFINITY)
24 de junio de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
167/19(15/06/23) Decepcionante film bélico, sobre todo este adjetivo por estar en la dirección el maestro John Ford, donde sus marcas están presentes, pero parece no haberle pueste alma a una cinta anticlimática, quizás presa de estar frente a un relato de derrota en el contexto temporal de la victoria de la WWII. Ford film el guion de Frank Wead (“La Ciudadela” o “Escrito bajo el sol”), que adapta la novela homónima de 1942 de William Lindsay White, relata las hazañas del Motor Torpedo Boat Squadron Three, unidad de botes del PT de los USA que defendía Filipinas contra la invasión japonesa durante la Batalla de Filipinas (1941), en la WWII. Protagonizada por Robert Montgomery y John Wayne , y con Donna Reed. Obra de ficción, aunque el libro se basó en hechos y personas reales, personajes John Brickley (Montgomery) y Rusty Ryan (Wayne) son ficticios del Comandante del PT-Boat Squadron Three John D. Bulkele ganador de la Medalla de Honor, y su oficial ejecutivo Robert Kelly, respectivamente. Representan ciertos eventos relacionados con el combate que se cree ocurrieron durante la guerra, junto con otros que no. Las marcas de Ford están en la reverencia por las tradiciones militares, en su ensalzamiento del compañerismo, su exposición de los militares como valientes irredentos, gente orgullosa y digna, incluso vemos a Ford en sus ya entonces clásicas secuencias de funeral y cementerios, y por supuesto está de protagonista su gran amigo John Wayne, aunque en esta cinta dicen hubo roces porque Ford se alistó en el ejército USA y Wayne decidió no hacerlo por el bien de su carrera, y el director no se lo perdonó.
Se agradece que al menos Ford no cae en el sentimentalismo facilón, muestra a sus protagonistas como seres estoicos. Llama a la atención la idolatría que Ford demuestra por el mítico General Douglas MacArthur, donde los soldados dan su nombre en voz baja de sumisión.
Film que discurre a trompicones, con un metraje desmedido, lo cual incide en su ritmo atropellado, tarda en situarse, tiene una extendida presentación de roles, donde resulta cansino escuchar una y otra vez a estos marinos quejarse de que no los dejan ir a batallar. Con elipsis regulares, con situaciones que discurren de forma aturullada, nunca terminas de empatizar con unos protagonistas acartonados, todos cortados por el mismo patrón, todos intercambiables, todos sin dilemas morales, todos rectos, emanando de ello que Ford estaba en realidad y trabajando en el aparato de propaganda de un país en guerra entonces, con lo que cualquier posibilidad de aristas queda fuera. De ahí la escena de patriotismo en que vemos como toman los militares la noticia del bombardeo de Pearl Harbor. Pero si me ha parecido una oda militar con algunas grietas manipuladoras, pues me ha dado la sensación de que la Cointa ha sido un ‘Victoria tras victoria hasta la derrota final’, todo lo hacen bien estos militares y sin embargo terminan como terminan. Es una historia que nunca engancha, todo se siente sobado, manido, ajado, solo hay una escena de batalla reseñable, y me ha resultado poco creíble como se desarrolla. Encima nos cuelan un romance grimante entre Wayne y la Reed que atenta contra cualquier calor humano, parecen llevar ambos en la frente un cartel de: ‘Nosotros no nos creemos nuestros papeles. Perdonadnos, es que el guion nos obliga’. La diferencia de edad resulta mayor de lo que es incluso en realidad. Es una cinta lánguida, densa en su desarrollo, lo cual incide en que como entretenimiento es débil. Es un film que carece de un hilo conductor, parecen viñetas que discurren de modo desconectado, no hay un destino para el argumento. Todos estos defectos inciden en mi alejamiento de la pantalla. Llegando exhaustos a un final plano de solemnidad.
De las actuaciones solo sobresale el recto Robert Montgomery (con labores de dirección no acreditadas, ello debido a un accidente de John Ford, que le hicieron degustar el gusanillo de ponerse tras las cámaras posteriormente), demuestra humanidad y cintura en sus formas, tiene una estimable escena con un soldado moribundo en el hospital, de lo mejor del film dramáticamente. Resto del elenco parece estar con el piloto automático, ejemplo notorio es Wayne haciendo de Wayne en grado sumo, al que le endosan un romance chirriante tren descarrilando, aunque la química con Montgomery es buena; Donna Reed es víctima de un rol penosamente escrito.
Se puede sobresaltar la puesta en escena, con un gran diseño de producción de Cedric Gibbons (“El Mago de Oz” o “Un americano en Paris”; amén de haber sido el creador de la mítica figurilla del Oscar), y Malcolm Brown (“Los tres mosqueteros” o “Conspiración de silencio”), haciendo muy creíble los lares de Filipinas rodando en Florida, así como verosimil en los campamentos y embarcaciones; Esto realzado por la cinematografía en glorioso b/n de Joseph H. August (“Esmeralda, la Zíngara” o “Jennie”), creando tomas de un gusto estético notable, así ágil en las escenas de acción, emitiendo veracidad.
Tras la adquisición de los derechos cinematográficos de White's They Were Expendable, MGM le pidió a Ford que dirigiera una película basada en el libro; Ford se negó repetidamente debido a su servicio conflictivo en la Unidad Fotográfica de Campo de la Marina. Mientras servía en la Unidad Fotográfica, Ford conoció al teniente John D. Bulkeley durante la preparación de la Invasión de Normandía y luego contrató al oficial ejecutivo del Día D de Bulkeley, Robert Montgomery.
Durante la producción, Ford se cayó de un andamio y se rompió la pierna. Se dirigió a Montgomery, quien en realidad había comandado un barco PT, para que lo reemplazara temporalmente como director. A Montgomery le fue tan bien que en pocos años hizo la transición de actor a director de cine.
Se agradece que al menos Ford no cae en el sentimentalismo facilón, muestra a sus protagonistas como seres estoicos. Llama a la atención la idolatría que Ford demuestra por el mítico General Douglas MacArthur, donde los soldados dan su nombre en voz baja de sumisión.
Film que discurre a trompicones, con un metraje desmedido, lo cual incide en su ritmo atropellado, tarda en situarse, tiene una extendida presentación de roles, donde resulta cansino escuchar una y otra vez a estos marinos quejarse de que no los dejan ir a batallar. Con elipsis regulares, con situaciones que discurren de forma aturullada, nunca terminas de empatizar con unos protagonistas acartonados, todos cortados por el mismo patrón, todos intercambiables, todos sin dilemas morales, todos rectos, emanando de ello que Ford estaba en realidad y trabajando en el aparato de propaganda de un país en guerra entonces, con lo que cualquier posibilidad de aristas queda fuera. De ahí la escena de patriotismo en que vemos como toman los militares la noticia del bombardeo de Pearl Harbor. Pero si me ha parecido una oda militar con algunas grietas manipuladoras, pues me ha dado la sensación de que la Cointa ha sido un ‘Victoria tras victoria hasta la derrota final’, todo lo hacen bien estos militares y sin embargo terminan como terminan. Es una historia que nunca engancha, todo se siente sobado, manido, ajado, solo hay una escena de batalla reseñable, y me ha resultado poco creíble como se desarrolla. Encima nos cuelan un romance grimante entre Wayne y la Reed que atenta contra cualquier calor humano, parecen llevar ambos en la frente un cartel de: ‘Nosotros no nos creemos nuestros papeles. Perdonadnos, es que el guion nos obliga’. La diferencia de edad resulta mayor de lo que es incluso en realidad. Es una cinta lánguida, densa en su desarrollo, lo cual incide en que como entretenimiento es débil. Es un film que carece de un hilo conductor, parecen viñetas que discurren de modo desconectado, no hay un destino para el argumento. Todos estos defectos inciden en mi alejamiento de la pantalla. Llegando exhaustos a un final plano de solemnidad.
De las actuaciones solo sobresale el recto Robert Montgomery (con labores de dirección no acreditadas, ello debido a un accidente de John Ford, que le hicieron degustar el gusanillo de ponerse tras las cámaras posteriormente), demuestra humanidad y cintura en sus formas, tiene una estimable escena con un soldado moribundo en el hospital, de lo mejor del film dramáticamente. Resto del elenco parece estar con el piloto automático, ejemplo notorio es Wayne haciendo de Wayne en grado sumo, al que le endosan un romance chirriante tren descarrilando, aunque la química con Montgomery es buena; Donna Reed es víctima de un rol penosamente escrito.
Se puede sobresaltar la puesta en escena, con un gran diseño de producción de Cedric Gibbons (“El Mago de Oz” o “Un americano en Paris”; amén de haber sido el creador de la mítica figurilla del Oscar), y Malcolm Brown (“Los tres mosqueteros” o “Conspiración de silencio”), haciendo muy creíble los lares de Filipinas rodando en Florida, así como verosimil en los campamentos y embarcaciones; Esto realzado por la cinematografía en glorioso b/n de Joseph H. August (“Esmeralda, la Zíngara” o “Jennie”), creando tomas de un gusto estético notable, así ágil en las escenas de acción, emitiendo veracidad.
Tras la adquisición de los derechos cinematográficos de White's They Were Expendable, MGM le pidió a Ford que dirigiera una película basada en el libro; Ford se negó repetidamente debido a su servicio conflictivo en la Unidad Fotográfica de Campo de la Marina. Mientras servía en la Unidad Fotográfica, Ford conoció al teniente John D. Bulkeley durante la preparación de la Invasión de Normandía y luego contrató al oficial ejecutivo del Día D de Bulkeley, Robert Montgomery.
Durante la producción, Ford se cayó de un andamio y se rompió la pierna. Se dirigió a Montgomery, quien en realidad había comandado un barco PT, para que lo reemplazara temporalmente como director. A Montgomery le fue tan bien que en pocos años hizo la transición de actor a director de cine.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
La película, que recibió un amplio apoyo del Departamento de Marina, se rodó en Key Biscayne, Florida y los Cayos de Florida. Esta región de islas arenosas y palmeras alrededor de los 25° de latitud norte se aproximaba lo suficiente a Filipinas entre aproximadamente 10° y 15° norte, donde la acción de la película tuvo lugar en el Teatro del Pacífico Sudoccidental de la Segunda Guerra Mundial. Dos barcos Elco PT reales de 80 pies de la Marina de los EE. UU . (Números de casco PT-139 y 141) y cuatro barcos Higgins PT de 78 pies (números de casco PT-98, 100, 101, 102),se utilizaron durante la filmación, dados los números de casco en uso a fines de 1941 y principios de 1942 para la película. Los aviones estadounidenses adicionales de las estaciones aéreas navales cercanas en Miami, Fort Lauderdale y Key West se volvieron a marcar temporalmente y se usaron para simular aviones japoneses en la película.
El crédito de dirección en pantalla de Ford dice: "Dirigido por John Ford, Capitán USNR"; El crédito en pantalla de Frank Wead dice: "Guión de Frank Wead Comdr. USN, Ret"; El crédito en pantalla de Montgomery dice: "Robert Montgomery Comdr. USNR"
La película probablemente exageró la eficacia real de los barcos PT en la guerra y, al menos en un caso, hizo una vaga referencia a las propias declaraciones exageradas del comandante Bulkeley. El teniente Brickley, el personaje que más se parece al comandante real John Bulkeley, declara en un momento de la película que PT Boats había "hundido dos cruceros reconvertidos, un portaaviones auxiliar, un petrolero de 10.000 toneladas, un carguero grande, un de barcazas y numerosos hijos de Nippon!" Esta declaración es muy similar a una afirmación hecha por el propio Comandante Bulkeley real durante la guerra de que "Nuestro pequeño medio escuadrón hundió un crucero japonés, un avión auxiliar y un transporte cargado, dañó gravemente otro crucero, prendió fuego a un camión cisterna y disparó". hacia abajo cuatro planos". Según William Doyle, el autor de PT 109: An American Epic of War, Survival, and the Destiny of John F. Kennedy, "después de la guerra, cuando los registros de pérdidas navales japonesas fueron examinados por expertos de la inteligencia naval de EE. UU., se supo que estas afirmaciones eran inexactas y exageradas". Los historiadores contemporáneos del presidente John F. Kennedy, William Doyle y Fredrik Logevall señalaron que uno de los principales problemas de los barcos PT era la precisión y la velocidad relativamente lenta de sus torpedos Mark 8. Sumado al problema de la inexactitud al alcanzar el objetivo, hasta el 50% no explotó al entrar en contacto con barcos enemigos debido a una calibración defectuosa por parte de la Marina en los primeros años de la guerra.
La conocida relación profesional que mantuvieron Ford y Wayne fue una de las más prolíficas de la historia del cine, especialmente en películas del oeste. En el único encuentro que mantuvieron con el género bélico de trasfondo, se fueron nada menos que a las islas Filipinas para ofrecer al público la historia de unos militares estadounidenses que se enfrentan a la inevitable derrota ante la ofensiva japonesa en el Pacífico. A John Ford le gustaba todo lo relacionado con los interiores del ejército, además de cineasta, no cabe duda que su patriotismo le llevaba a ensalzar sin complejos las virtudes del estamento militar. Ahí quedan sus películas sobre la caballería y aquí, bajo el aparatoso título con doble negación.
Me queda un film poco estimulante, con muchos valles y pocos picos, si no fuera por estar en los créditos John Ford su interés decrecería mucho. Gloria Ucrania!!!
El crédito de dirección en pantalla de Ford dice: "Dirigido por John Ford, Capitán USNR"; El crédito en pantalla de Frank Wead dice: "Guión de Frank Wead Comdr. USN, Ret"; El crédito en pantalla de Montgomery dice: "Robert Montgomery Comdr. USNR"
La película probablemente exageró la eficacia real de los barcos PT en la guerra y, al menos en un caso, hizo una vaga referencia a las propias declaraciones exageradas del comandante Bulkeley. El teniente Brickley, el personaje que más se parece al comandante real John Bulkeley, declara en un momento de la película que PT Boats había "hundido dos cruceros reconvertidos, un portaaviones auxiliar, un petrolero de 10.000 toneladas, un carguero grande, un de barcazas y numerosos hijos de Nippon!" Esta declaración es muy similar a una afirmación hecha por el propio Comandante Bulkeley real durante la guerra de que "Nuestro pequeño medio escuadrón hundió un crucero japonés, un avión auxiliar y un transporte cargado, dañó gravemente otro crucero, prendió fuego a un camión cisterna y disparó". hacia abajo cuatro planos". Según William Doyle, el autor de PT 109: An American Epic of War, Survival, and the Destiny of John F. Kennedy, "después de la guerra, cuando los registros de pérdidas navales japonesas fueron examinados por expertos de la inteligencia naval de EE. UU., se supo que estas afirmaciones eran inexactas y exageradas". Los historiadores contemporáneos del presidente John F. Kennedy, William Doyle y Fredrik Logevall señalaron que uno de los principales problemas de los barcos PT era la precisión y la velocidad relativamente lenta de sus torpedos Mark 8. Sumado al problema de la inexactitud al alcanzar el objetivo, hasta el 50% no explotó al entrar en contacto con barcos enemigos debido a una calibración defectuosa por parte de la Marina en los primeros años de la guerra.
La conocida relación profesional que mantuvieron Ford y Wayne fue una de las más prolíficas de la historia del cine, especialmente en películas del oeste. En el único encuentro que mantuvieron con el género bélico de trasfondo, se fueron nada menos que a las islas Filipinas para ofrecer al público la historia de unos militares estadounidenses que se enfrentan a la inevitable derrota ante la ofensiva japonesa en el Pacífico. A John Ford le gustaba todo lo relacionado con los interiores del ejército, además de cineasta, no cabe duda que su patriotismo le llevaba a ensalzar sin complejos las virtudes del estamento militar. Ahí quedan sus películas sobre la caballería y aquí, bajo el aparatoso título con doble negación.
Me queda un film poco estimulante, con muchos valles y pocos picos, si no fuera por estar en los créditos John Ford su interés decrecería mucho. Gloria Ucrania!!!