05/05(05/05/18) Aclamado (con todo meritaje) debut en la dirección (al menos así se considera) del singular gótico Tim Burton (rodado para la Disney), aunque era un cortometraje, en apenas seis minutos da toda una lección de gran parte su mundo interior convulso que luego plasmaría en su maravillosa filmografía que tanto ha influenciado a posteriores creadores. Excelente homenaje a los clásicos del terror en fascinante stop-motion (maravilloso el toque de los enormes y expresivos ojos) en glorioso b/n, empezando por el genial escritor Edgar Allan Poe y este enlazándolo con uno de los actores que mejor ha encarnado las obsesiones del literato en cine, el actor Vincent Price, de donde viene el título, y por supuesto la voz narradora en off, propia el intérprete de “El cuervo” (1963). Un aterrador fresco sobre los temores de la infancia, mezclado con desgarrador humor negro, una entrañable oda entre la parodia y la sublimación del autor maldito de Baltimore, dotada de un expresionismo germánico brillante, en sus encuadres, uso epicúreo de las sombras y la luz, en sus picados y contrapicados, en la actuación exagerada del protagonista de tez pálida,

Mientras trabajaba como artista conceptual en Walt Disney Productions, Tim Burton se encontró con dos aliados en la forma de la ejecutiva de Disney, Julie Hickson, y el jefe de Desarrollo Creativo, Tom Wilhite. Los dos quedaron impresionados con los talentos únicos de Burton y, aunque no fueron "material de Disney", sintieron que merecía que se les respetara. Como tal, en 1982, Wilhite le dio a Burton $ 60,000 para producir una adaptación de un poema que Burton había escrito titulado Vincent. Burton había planeado originalmente el poema para ser un libro de cuentos para niños, pero pensó lo contrario. Junto con el animador de Disney Rick Heinrichs (luego afamado diseñador de producción, y oscarizado por “Sleepy Hollow”), el animador de animación de stop Stephen Chiodo y el camarógrafo Victor Abdalov, Burton trabajó en el proyecto durante dos meses y creó el cortometraje de cinco minutos.

Una obra exigua en metraje pero rica en detalles, empezando por el componente biográfico donde Vincent Malloy es claramente un alter ego del propio Tim Burton, empezando sobre todo por esa imagen con el cabello alborotado a lo Robert Smith, y luego por el carácter introvertido del chico, asimismo su idolatría por Vincent Price (le dedica no solo el título si no que como he mencionado es el narrador en off), también reseñable por el embrujo que siente por lo fantástico, por el gusto por lo grotesco, lúgubre y retorcido, ejemplo como se imagina a su tía bañada en cera caliente, o el notorio “experimento” narrado sobre un perro, remedo de “Frankenstein” que más tarde retomaría primero para otro corto, “Frankenweenie” (1984) y tres décadas después (2012) para un largometraje, y por supuesto el leit-motive presente haciendo una relectura de las obras de Edgar Allan Poe, con rimas claramente inspiradas en el universo del escritor del SXIX, y con protagonista de mundo cerrado, incomprendido, fuera de lugar, figura mostrada de una u otra manera en obras burtonianas posteriores como “Eduardo Manostijeras”, “Pesadilla antes de Navidad”, “Big Fish”, o “La novia cadáver”.


Un gato en stop-motion da inicio. Desde un árbol, se sube a un muro y va a dar a la ventana de una casa. Dentro conocemos a Vincent Maloy, niño que desearía ser el Vincent Prince de las obras de Poe, pero su ordinaria vida está lejos de ser similar a la de su ídolo cinematográfico. Relato cargado de simbolismos expresionista, cargado de frustraciones, anhelos, convulsiones propias de la efervescente infancia. Un desarrollo que a pesar de sus apenas cinco minutos queda garbado en el espectador por su carga de profundidad, por la densidad punzante en que se relata en prosa por la majestuosa voz de Price, un verso que cala en el espectador (por lo menos a mí), envolviéndonos en la nostalgia y melancolía propia de quién está desorientado en un microcosmos ajeno a su bullente personalidad que no comulga con el aburrido entorno, preso de un rutinario día del que intenta escapar gracias a su inquieta, desbordante imaginación, donde reinan lo gótico, lo macabro, lo excéntrico, el TERROR. Un sub-mundo subliminal edificado por esta creativa mente donde la línea entre ficción y realidad para el protagonista es exigua.

Vincent Price recitó la poesía para el corto y más tarde mantuvo una amistad con el director Burton que se materializó en una colaboración para Eduardo Manostijeras (y un documental inacabado filmado por Burton titulado Conversations with Vincent. Price murió en 1993). La última película de Vincent Price fue “Eduardo Manostijeras” (1990), de Burton.

"... y mi alma lejos de esas sombras,
yace flotando sobre el piso,
para no levantarse nunca más."

En definitiva, una joya en modo cortometraje, que además define en poco tiempo el mundo agitado de un creador inquieto. Fuerza y honor!!!