205/29(25/06/11) Extraño y nihilista film que bebe del más puro estilo surgido en los 70, con el tiempo se ha convertido en una obra de culto. Con un argumento tan simple como el mecanismo de un martillo, un veterano del Vietnam, experto piloto de coches y ex-policía, Kowalski (correcto Barry Newman), hace una apuesta con un amigo, que es capaz de llevar su coche, un Challenger RT de Denver a San Francisco, unos 1600 km., en menos de 15 horas, deberá cruzar cuatro estados, por el camino le irán persiguiendo torpes policías, se encontrará todo tipo de personajes, mientras una emisora de radio con un ciego disc-jockey a la cabeza, Super Soul (buen Cleavon Little), irán glosando sus hazañas. No me han gustado el goteo de flash-backs, resultan chirriantes, como justificadores de lo que es Kowalski, hubiera sido mejor imprimirle únicamente misterio, y que cada uno le pusiera el pasado que quisiera. La historia pertenece a una ola de cine independiente surgida a principios de los setenta, cine que hablaba de temas que las grandes productoras no tocaban, historias de tipos rebeldes, marcados por la omnipresente Guerra del Vietnam, sobre gente que se rebelaba contra el sistema, personas que fumaban marihuana sin ser villanos, antihéroes que representaban la libertad individual, esto se reflejaba en muchas ocasiones en road-movies como ‘Zabriskie Point’, ‘Easy Rider’ o ‘Carretera asfaltada en dos direcciones’, es la contracultura donde chocan el conservadurismo que ostenta el poder y el liberalismo que estaba explotando en USA, y por supuesto en esta, donde el protagonista parece ser perseguido únicamente por esa búsqueda de libertad y en contra del poder establecido representado en la policía, también responde a la moda de hacer pelis de persecuciones como ‘Bullit’ o ‘El diablo sobre ruedas’. La cinta se puede considerar un viaje iniciático-existencialista en la que se pretende hacer un fresco de la sociedad americana del medio oeste, surcada por carreteras infinitas y desiertas, poblada por policías violentos, un cazador de serpientes, una secta ultrareligiosa, gays ladrones o un hippy drogata con su pareja paseándose cual lady Godiva sobre una moto, a cada personaje se le puede buscar su significado religioso. Los parajes por los que se mueven, el estado de Nevada, son de una belleza árida fascinante enaltecida por la bella y luminosa fotografía de John H. Alonzo (‘Chinatown’ o ‘El precio del poder’), asimismo están envueltos en una banda sonora que hará las delicias de los fans del soul, rock o funky. Resulta curioso como un film de extremada tendencia progresista-liberal, en la que se ve a gente apaleando negros coloca a dos mezquinos tipejos homosexuales como parte de los malos, tiene tintes homofóbicos. Posee un final rompedor, inesperado, imprevisible, que hace que hace que el mensaje de individualidad libertaria tome tintes metafísicos. Fuerza y honor!!!