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Voto de TOM REGAN:
6
7,4
1.531
Intriga. Drama
Se trata de relatos que tienen como figuras centrales a tres forasteros, identificados cada uno con una inicial -H, X y Z-, cada uno con una misión, que se irán revelando poco a poco. Capítulo tras capítulo, la película describe los lugares, las situaciones, las actitudes frente a las circunstancias y los hechos de los que son protagonistas o simples testigos los personajes, todo ello narrado en voz en off, con las voces de Daniel ... [+]
18 de mayo de 2022
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
159/19(17/05/22) Singular film argentino de los que despierta en mi contradicciones, pues tiene elementos atractivos y frescos, pero también tiene lastres que se me hacen bola. Hay que decir que con el director tuve una experiencia adormecedora con “La flor” (2018), película de solo 13 horas y media, y que encima parecía una tomadura de pelo, pero no como soy rencoroso, he vuelto a ver una obra de este extraño tipo, y al menos hay tramos degustables.
Escrita y dirigida por Mariano Llinás para una cinta megalómana en duración, alargándose tiene una duración de 245 minutos, divididos en tres actos, a su vez partidos en un total de 18 capítulos a través de los cuales se cuentan tres historias paralelas e independientes entre sí. Las tres protagonizadas por tipos llamados de modo genérico «X», «H» y «Z», el primero presencia un asesinato y decide esconderse en un hotel; El segundo está a cargo de una misión que no termina de comprender; Y el último comienza a investigar de modo obsesivo la vida de un hombre que acaba de morir y que él reemplazó en su nuevo puesto de trabajo. Film de muy bajo presupuesto con treinta mil dólares. Además de su bajo costo económico, utiliza un equipo de filmación reducido —con actores con poca o sin experiencia en el cine—, cuyos roles eran a menudo flexibles o intercambiables. Rodada con una cámara digital de definición sub ideal.
Ello en un relato donde todo cabe en este totum revolutum con asesinatos, mapas del tesoro, monolitos (“2001” ¿?), triángulos amorosos, amistades disfuncionales, animales salvajes africanos, aparatosas apuestas, falsos criminales, voyeures de ventana (“La ventana indiscreta” ¿?) auto-encerrados en hoteles, tiroteos con masacre, ríos infinitos, incendios, y más. Todo esto narrado con tres voces en off (anárquicas), cual homenaje a la literatura, todo lo que piensan los protagonistas nos lo cuenta, todo lo que pasa nos lo anuncia la extradiegética narración, e incluso lo que está por pasar, tan intrusiva (es decir poco) es esta voz, que hace que los personajes no hablen en todo el extensísimo metraje (excepto en el final, donde X dice, “Siempre de viaje”, una sola frase, por aquello de ‘La excepción que confirma la regla’). Teniendo recursos ingeniosos, como lo son los créditos iniciales con ínfulas ‘tarantinianas’ mezcladas con Sergio leone, con disgregaciones de las historias centrales sugerentes (la mejor la del arquitecto endiosado Salamone, pero también buena la de Lola Gallo y sus dos pretendientes), o como lo es la escenificación de una brutal balacera en el Molino mediante fotos fijas.
Pero todo esto es contrapesado porque al ser más de cuatro horas, todo lo bueno termina por diluirse, pues hay nula intensidad cuando la voz narradora nos anticipa lo que ocurrirá; Tiene un inicio magnético en el modo de presentar las diferentes sub tramas, pero como todo buen chiste si lo dilatas termina por perder toda gracia, y eso le pasa a esta película, que llegas a un punto donde se hace cansina, con algún oasis que te despierta de la modorra que puede producir tantas horas saltando de un lado a otro de modo juguetón y no siempre con chispa. Llegando a provoca el desapego con una historia que al carecer de intensidad no provoca al espectador estar pegado a la pantalla. Esto entronca con que me hace gracia que los críticos que tanto repudian (y no siempre con razón) las voces en off de algunas películas aquí se conmuevan pro una que hace de ello el todo, como diciendo ‘si no quieres dos tazas, toma un contenedor’.
Las tres líneas de la historia tienen 3 personajes principales anónimos: H (Agustín Mendilaharzu, director de fotografía de la película), trabajador manual nervioso en la historia ambientada en el río Salado, que busca monolitos puestos allí por un proyecto gubernamental anterior que fue abandonado y engancha con un extraño anciano alemán (Klaus Dietze) como su guía; X (Mariano Llinás, el director) interpreta a un arquitecto frustrado que acepta un trabajo ocasional en la ciudad Azul, por debajo de su capacidad, como agrimensor en los barrios marginales y es testigo del asesinato de un hombre que conducía un tractor por dos tipos nerviosos en una camioneta en medio de un campo de cultivo y de esconderse en la habitación 301 del Gran Hotel Azul cuando sin saberlo se convierte en asesino y ladrón de un importante maletín; y Z (Walter Jakob), como recién nombrado director de “La Federación”, un aburrido burócrata de nivel medio en una agencia agrícola provincial y para pasar el tiempo se involucra en tratar de rastrear la misteriosa vida de su predecesor (Cuevas) fallecido y descubre que es una vida complicada (a través de un bloc de notas escrito en clave) que requiere toda su energía y tiempo para rastrear.
Es de agradecer los ramalazos de humor que de vez en cuando y mordazmente suelta la peli, como cuando nos cuenta una sub historia para luego decirnos que no y tiene importancia con el núcleo de la historia. Así como hay un goteo de guiños cinéfilos regados por todo el ‘larguisimometraje’. Habiendo un juego experimental de meta-lenguaje de forma constante, con la voz más que narrando imponiendo lo que harán los protagonistas. Una narración híper fracturada, que incluso da saltos en el tiempo (vamos a plena WWII), suelta teorías cogidas por los pelos, para luego reconstruirlas (la del ‘romance’ que X observa por la ventana en la plaza).
Escrita y dirigida por Mariano Llinás para una cinta megalómana en duración, alargándose tiene una duración de 245 minutos, divididos en tres actos, a su vez partidos en un total de 18 capítulos a través de los cuales se cuentan tres historias paralelas e independientes entre sí. Las tres protagonizadas por tipos llamados de modo genérico «X», «H» y «Z», el primero presencia un asesinato y decide esconderse en un hotel; El segundo está a cargo de una misión que no termina de comprender; Y el último comienza a investigar de modo obsesivo la vida de un hombre que acaba de morir y que él reemplazó en su nuevo puesto de trabajo. Film de muy bajo presupuesto con treinta mil dólares. Además de su bajo costo económico, utiliza un equipo de filmación reducido —con actores con poca o sin experiencia en el cine—, cuyos roles eran a menudo flexibles o intercambiables. Rodada con una cámara digital de definición sub ideal.
Ello en un relato donde todo cabe en este totum revolutum con asesinatos, mapas del tesoro, monolitos (“2001” ¿?), triángulos amorosos, amistades disfuncionales, animales salvajes africanos, aparatosas apuestas, falsos criminales, voyeures de ventana (“La ventana indiscreta” ¿?) auto-encerrados en hoteles, tiroteos con masacre, ríos infinitos, incendios, y más. Todo esto narrado con tres voces en off (anárquicas), cual homenaje a la literatura, todo lo que piensan los protagonistas nos lo cuenta, todo lo que pasa nos lo anuncia la extradiegética narración, e incluso lo que está por pasar, tan intrusiva (es decir poco) es esta voz, que hace que los personajes no hablen en todo el extensísimo metraje (excepto en el final, donde X dice, “Siempre de viaje”, una sola frase, por aquello de ‘La excepción que confirma la regla’). Teniendo recursos ingeniosos, como lo son los créditos iniciales con ínfulas ‘tarantinianas’ mezcladas con Sergio leone, con disgregaciones de las historias centrales sugerentes (la mejor la del arquitecto endiosado Salamone, pero también buena la de Lola Gallo y sus dos pretendientes), o como lo es la escenificación de una brutal balacera en el Molino mediante fotos fijas.
Pero todo esto es contrapesado porque al ser más de cuatro horas, todo lo bueno termina por diluirse, pues hay nula intensidad cuando la voz narradora nos anticipa lo que ocurrirá; Tiene un inicio magnético en el modo de presentar las diferentes sub tramas, pero como todo buen chiste si lo dilatas termina por perder toda gracia, y eso le pasa a esta película, que llegas a un punto donde se hace cansina, con algún oasis que te despierta de la modorra que puede producir tantas horas saltando de un lado a otro de modo juguetón y no siempre con chispa. Llegando a provoca el desapego con una historia que al carecer de intensidad no provoca al espectador estar pegado a la pantalla. Esto entronca con que me hace gracia que los críticos que tanto repudian (y no siempre con razón) las voces en off de algunas películas aquí se conmuevan pro una que hace de ello el todo, como diciendo ‘si no quieres dos tazas, toma un contenedor’.
Las tres líneas de la historia tienen 3 personajes principales anónimos: H (Agustín Mendilaharzu, director de fotografía de la película), trabajador manual nervioso en la historia ambientada en el río Salado, que busca monolitos puestos allí por un proyecto gubernamental anterior que fue abandonado y engancha con un extraño anciano alemán (Klaus Dietze) como su guía; X (Mariano Llinás, el director) interpreta a un arquitecto frustrado que acepta un trabajo ocasional en la ciudad Azul, por debajo de su capacidad, como agrimensor en los barrios marginales y es testigo del asesinato de un hombre que conducía un tractor por dos tipos nerviosos en una camioneta en medio de un campo de cultivo y de esconderse en la habitación 301 del Gran Hotel Azul cuando sin saberlo se convierte en asesino y ladrón de un importante maletín; y Z (Walter Jakob), como recién nombrado director de “La Federación”, un aburrido burócrata de nivel medio en una agencia agrícola provincial y para pasar el tiempo se involucra en tratar de rastrear la misteriosa vida de su predecesor (Cuevas) fallecido y descubre que es una vida complicada (a través de un bloc de notas escrito en clave) que requiere toda su energía y tiempo para rastrear.
Es de agradecer los ramalazos de humor que de vez en cuando y mordazmente suelta la peli, como cuando nos cuenta una sub historia para luego decirnos que no y tiene importancia con el núcleo de la historia. Así como hay un goteo de guiños cinéfilos regados por todo el ‘larguisimometraje’. Habiendo un juego experimental de meta-lenguaje de forma constante, con la voz más que narrando imponiendo lo que harán los protagonistas. Una narración híper fracturada, que incluso da saltos en el tiempo (vamos a plena WWII), suelta teorías cogidas por los pelos, para luego reconstruirlas (la del ‘romance’ que X observa por la ventana en la plaza).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Entre lo negativo, añadir la grimante balada pop que adorna algunos interludios de modo chirriante, tampoco en el tramo final (si, con seguí llegar al final, eso sí, no del tirón, no soy tan valiente) la sub trama bélica con los subtítulos me resulta mínimamente atractiva, un parche que añadir a los muchos que hay. Y es que Llinás tendrá muchas virtudes (¿?), pero la de la síntesis es algo que ni está ni, se le espera. Quizás es su inseguridad en condensar, pero el resultado queda disperso por tanto querer abarcar. Punto aparte merecen las actuación es algo al servicio del narrador de cada momento, meras perchas sin alma interior; Por no hablar del engaño que es que auguren una conexión de las historias que nunca se da, como también es singular que no hay final, pareciendo en tal caso que como el director y guionista no sabía cómo acabar, pues no lo hace (¿?).
Aunque el resultado final fue una película de 245 minutos de duración, el director Mariano Llinás no calculó previamente esa duración sino que «salió así», pero sí preveía una «película monstruosa».5 Durante aproximadamente un año, Llinás desarrolló los tres argumentos centrales a partir de tres premisas clásicas: un hombre que es acusado de un crimen que no cometió, un mapa de un tesoro y una apuesta. La primera versión del guion era de 110 páginas, que se calculaba que iba a requerir alrededor de 70 actores, 60 locaciones, diez semanas para filmar y cien viajes a través de la provincia de Buenos Aires. Los miembros de la producción habían hecho una lista de «problemas sin solución» que incluía la presencia de leones, viajes a África, escenas bélicas, explosiones, secuencias náuticas, una inundación e incendios. El director trabajó con un equipo de producción acotado, de un promedio de cuatro personas —además de los actores—, en ocasiones llegando a ser diez, donde los roles eran intercambiables.
Mario Llinás: ‘Inicialmente, mi intención era la de construir un film que fuese lo más parecido posible a una novela, casi podríamos decir que a una novela de aventuras del siglo XIX, con la voz en off como instrumento rector. La intención era explorar en qué medida esto era posible, en una disciplina como el cine en la cual la noción de relato clásico ha estallado hace más de medio siglo. Cómo reconstruir desde la modernidad esa emoción y ese vigor narrativo? Cómo no hacer un film que no fuera demasiado autoconsciente, que no fuera una parodia o que no fuera una tontería absoluta?’
Partes de la película fueron filmadas en La Pampa y el río Paraná. Para las escenas finales, el equipo de rodaje —conformado por la productora Laura Citarella, el director Mariano Llinás y el actor Walter Jakob— se trasladó a Mozambique para realizar solo tres planos.
Algunos actores o miembros del equipo participaron de la película de manera gratuita, entre ellos los narradores —Daniel Hendler, Juan Minujin y Verónica Llinás, la hermana del director— o los directores de fotografía Lucio Bonelli, Martín Mohadeb y Julián Apezteguia, que colaboraron en algunos segmentos.
Ridículo cuando X encuentra en su investigación un león en una habitación y se sienta con él, de traca, lo normal que uno haría en esa situación (ataque de ironía!).
Tras la experiencia comentada arriba con la insufrible “La flor”, esto ha sido algo sustancioso. Gloria Ucrania!!!
Aunque el resultado final fue una película de 245 minutos de duración, el director Mariano Llinás no calculó previamente esa duración sino que «salió así», pero sí preveía una «película monstruosa».5 Durante aproximadamente un año, Llinás desarrolló los tres argumentos centrales a partir de tres premisas clásicas: un hombre que es acusado de un crimen que no cometió, un mapa de un tesoro y una apuesta. La primera versión del guion era de 110 páginas, que se calculaba que iba a requerir alrededor de 70 actores, 60 locaciones, diez semanas para filmar y cien viajes a través de la provincia de Buenos Aires. Los miembros de la producción habían hecho una lista de «problemas sin solución» que incluía la presencia de leones, viajes a África, escenas bélicas, explosiones, secuencias náuticas, una inundación e incendios. El director trabajó con un equipo de producción acotado, de un promedio de cuatro personas —además de los actores—, en ocasiones llegando a ser diez, donde los roles eran intercambiables.
Mario Llinás: ‘Inicialmente, mi intención era la de construir un film que fuese lo más parecido posible a una novela, casi podríamos decir que a una novela de aventuras del siglo XIX, con la voz en off como instrumento rector. La intención era explorar en qué medida esto era posible, en una disciplina como el cine en la cual la noción de relato clásico ha estallado hace más de medio siglo. Cómo reconstruir desde la modernidad esa emoción y ese vigor narrativo? Cómo no hacer un film que no fuera demasiado autoconsciente, que no fuera una parodia o que no fuera una tontería absoluta?’
Partes de la película fueron filmadas en La Pampa y el río Paraná. Para las escenas finales, el equipo de rodaje —conformado por la productora Laura Citarella, el director Mariano Llinás y el actor Walter Jakob— se trasladó a Mozambique para realizar solo tres planos.
Algunos actores o miembros del equipo participaron de la película de manera gratuita, entre ellos los narradores —Daniel Hendler, Juan Minujin y Verónica Llinás, la hermana del director— o los directores de fotografía Lucio Bonelli, Martín Mohadeb y Julián Apezteguia, que colaboraron en algunos segmentos.
Ridículo cuando X encuentra en su investigación un león en una habitación y se sienta con él, de traca, lo normal que uno haría en esa situación (ataque de ironía!).
Tras la experiencia comentada arriba con la insufrible “La flor”, esto ha sido algo sustancioso. Gloria Ucrania!!!