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Voto de TOM REGAN:
4
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Drama
Daniel Lefebvre es el director de la escuela infantil de un barrio marginal de un pueblo minero del norte de Francia, en el que el 30% de la población está en paro a causa de la crisis de la minería. Un día, la madre de una alumna llega borracha a la escuela, sufre un colapso y deja allí a su bebé y a su hija de cinco años. El director solicita entonces la ayuda de los vecinos, pero lo único que conseguirá es que su labor docente sea cuestionada. (FILMAFFINITY) [+]
28 de junio de 2021
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
244/44(26/06/21) Película francesa que tras reposarla un poco y pensar en ella, he llegado a la conclusión conmigo mismo (¿?), que me ha sido irritante en su buenismo manipulador. Un drama social de denuncia contra los marginados centrado en un jardín de infancia en una localidad (la ficticia Hernaing) minera del norte de Francia de la que se surtió Emile Zola para su novela “Germinal”, pero enmarcado en el presente de su tiempo, donde reina el desempleo por el cierre de minas. Dirigida por Bertrand Tavernier y escrita por Dominique Sampiero (maestro de escuela durante 20 años en una localidad muy parecida a la retratada en el film), Tiffany Tavernier y el propio director, siendo el protagonista absoluto Philippe Torreton. Una historia que me ha sido artera en su recreación de una Francia que no me creo en su marginalidad y pobreza social, por mucho que sea una zona minera, estos mineros tenían unas pensiones muy acomodadas, no me creo esta ambientación propia del tercer mundo, es una visión que busca empatizarse con los personajes y lo que me siento es una marioneta en manos de un director izquierdista que cree que todo te lo tiene que dar el estado, y en el colmo de lo provocador quieren hacernos ver que el infanticidio de dos niños pequeños es culpa del sistema y no de la madre que las mata, repugnante visión manierista, propia de los sistemas que en su condescendencia se devoran a sí mismos. Como si los sistemas del bienestar no costaran dinero, como diría nuestra ‘gran’ ministra Carmen Calvo “... el dinero público no es de nadie”, pero resulta que si es de alguien, pues es de los que pagamos impuestos.
Tavernier erige en protagonista a Daniel Lefebvre un tipo al que hace una hagiografía, un simple director de guardería que se convierte en el ‘Mesías’ de todo el pueblo, el paño de lágrimas de todas las madres, echa sobre sus espaldas los problemas económicos del entorno de las familias de los niños. Tan de Jesucristo se empareja que llega a ser un mártir atacado por los superiores a los que molesta su modo de involucrarse. A través de él nos muestran unos políticos pragmáticos alejados de las vicisitudes de los vecinos, para que parezcan menos parciales nos cuelan que el alcalde es comunista (puaj!), y sale con "No paran de pedir cosas, subsidios, ayudas, todo... Y si les niegas algo porque ya no se puede más, es fácil, se pasan a la extrema derecha", o sea, que nos viene a decir que los comunistas son los buenos y hay aceptarlos, porque si no vienen los ‘malos (puaj!), hay que dar menos subvenciones y más fomentar el empleo, o lo que estas es fomentando es una sociedad paniaguada al estilo Venezuela o Cuba. Pero resulta que en su buenismo Daniel me resulta jartible y me encabrite en muchos momentos, pues no puede ser que una madre abandone a su hijita y bebe en el carricoche huyendo con olor a vino, y el protagonista se los lleve de vuelta a la casa de la madre, debería denunciarlo a asuntos sociales, pero es que encima cuando entra en el hogar este es una pocilga con la madre tirada en el sofá o drogada o borracha, qué más da? Lo que da rabia es que Daniel no denuncie esto, su buenismo es vomitivo. Y es que parece la culpa la tiene la compañía de luz que se la ha cortado por no pagar, eso aunque el marido tiene un trabajo de camionero con grúas (esto, que yo sepa lo pagan bien); Pero es que también ve a un niño en la guardería con cardenales por todo el cuerpo y solo se le ocurre decir que no es suficiente para denunciar a los padres, esto me saca de mis casillas, hay que esperar a que lo maten? Y así todo la bonhomía que recorre todo el metraje; Está esa pareja de jóvenes padres que no llevan a su hijo al colegio porque no pueden poner la alarma del reloj para levantarse temprano (venga ya de faltarme el respeto!), esto ahora y entonces es motivo para que servicios sociales les quite el retoño, pero en este micro-mundo aparte parece que no; También nos meten su complicada vida familiar, pues vive con una joven madre soltera (Maria Pitarresi), con un hijo problemático, y tiene un padre con el que se lleva mal. A lo que se suma una mujer con la que parece tener cierta química en la figura de una asistenta social, pero que no se sabe que pinta en la historia.
Tavernier erige en protagonista a Daniel Lefebvre un tipo al que hace una hagiografía, un simple director de guardería que se convierte en el ‘Mesías’ de todo el pueblo, el paño de lágrimas de todas las madres, echa sobre sus espaldas los problemas económicos del entorno de las familias de los niños. Tan de Jesucristo se empareja que llega a ser un mártir atacado por los superiores a los que molesta su modo de involucrarse. A través de él nos muestran unos políticos pragmáticos alejados de las vicisitudes de los vecinos, para que parezcan menos parciales nos cuelan que el alcalde es comunista (puaj!), y sale con "No paran de pedir cosas, subsidios, ayudas, todo... Y si les niegas algo porque ya no se puede más, es fácil, se pasan a la extrema derecha", o sea, que nos viene a decir que los comunistas son los buenos y hay aceptarlos, porque si no vienen los ‘malos (puaj!), hay que dar menos subvenciones y más fomentar el empleo, o lo que estas es fomentando es una sociedad paniaguada al estilo Venezuela o Cuba. Pero resulta que en su buenismo Daniel me resulta jartible y me encabrite en muchos momentos, pues no puede ser que una madre abandone a su hijita y bebe en el carricoche huyendo con olor a vino, y el protagonista se los lleve de vuelta a la casa de la madre, debería denunciarlo a asuntos sociales, pero es que encima cuando entra en el hogar este es una pocilga con la madre tirada en el sofá o drogada o borracha, qué más da? Lo que da rabia es que Daniel no denuncie esto, su buenismo es vomitivo. Y es que parece la culpa la tiene la compañía de luz que se la ha cortado por no pagar, eso aunque el marido tiene un trabajo de camionero con grúas (esto, que yo sepa lo pagan bien); Pero es que también ve a un niño en la guardería con cardenales por todo el cuerpo y solo se le ocurre decir que no es suficiente para denunciar a los padres, esto me saca de mis casillas, hay que esperar a que lo maten? Y así todo la bonhomía que recorre todo el metraje; Está esa pareja de jóvenes padres que no llevan a su hijo al colegio porque no pueden poner la alarma del reloj para levantarse temprano (venga ya de faltarme el respeto!), esto ahora y entonces es motivo para que servicios sociales les quite el retoño, pero en este micro-mundo aparte parece que no; También nos meten su complicada vida familiar, pues vive con una joven madre soltera (Maria Pitarresi), con un hijo problemático, y tiene un padre con el que se lleva mal. A lo que se suma una mujer con la que parece tener cierta química en la figura de una asistenta social, pero que no se sabe que pinta en la historia.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Nos muestran a unos servicios sociales desbordados, nos muestran a unos lugareños miserables en sus vidas, pero desde una visión paternalistas (ellos no tiene culpa de nada, es el Estado [puaj!]). Y en medio de todo esto un héroe dispuesto a combatir todas estas injusticias. Llegan en su buenismo a mostrarnos a solo dos personas musulmanas, pero desde una óptica de altruismo, pues son dos mujeres que llevan comida a una fiesta, menudo enfoque falsario en país con un altísimo índice de islamismo, y con los problemas de integración que tiene esto se obvia como si no existiera, precisamente en el nivel educativo donde tanta matraca dan con sus costumbres fundamentalistas, me resulta una falta de respeto en un metraje que quiere recoger tantos aspectos problemáticos. Es ese sentimiento de culpa tan europeo de tener que sentirnos malhechores de lo que ocurra en el Tercer Mundo, pero trasladado a lo interno, y yo caigo en esta trampa. La denuncia de este micromundo está bien, pero no el enfoque panfletario comunista donde quiere que todos nos sintamos criminales por lo que vemos (puaj!).
Ello en una trama que no va sitio alguno, es una sucesión de episodios tristes, sin hilo argumental, sin narrativa que avance hacia ningún lugar, solo que tiene un final impostado de colorido fariseo colorista. Podría hablar de sus valores fílmicos, rodando Tavernier con mucho estilo documental, mucha cámara en mano, y muchas tomas sin cortes para imprimir dinamismo, pero esto no es lo importante.
La película consiguió el premio del público en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián celebrado en 1999; El jardín de infancia donde se rodó la película aún existe. Ahora se llama Ecole Kindergarten Bertrand Tavernier.
Película que tras su fachada de buenismo esconde un mensaje para mi tóxico. Fuerza y honor!!!
Ello en una trama que no va sitio alguno, es una sucesión de episodios tristes, sin hilo argumental, sin narrativa que avance hacia ningún lugar, solo que tiene un final impostado de colorido fariseo colorista. Podría hablar de sus valores fílmicos, rodando Tavernier con mucho estilo documental, mucha cámara en mano, y muchas tomas sin cortes para imprimir dinamismo, pero esto no es lo importante.
La película consiguió el premio del público en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián celebrado en 1999; El jardín de infancia donde se rodó la película aún existe. Ahora se llama Ecole Kindergarten Bertrand Tavernier.
Película que tras su fachada de buenismo esconde un mensaje para mi tóxico. Fuerza y honor!!!