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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
7
Animación. Comedia. Fantástico. Drama Una serie de personajes dan rienda suelta a sus inimaginables placeres carnales haciendo referencia a Freud o El marqués de Sade, y haciendo uso de la masturbación, fetichismo, bestialismo, etc. (FILMAFFINITY)
26 de agosto de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
308/18(20/08/21) Surrealista comedia negrísima creada por el cineasta checo hace un cuarto de siglo (../../ 1996) por Jan Švankmajer, en su tercer largometraje tras de Alicia y Fausto, ambos desplegando su vena artística para la animación bien sea con marionetas o el stop-motion, siendo este que me ocupa el primero en que trabaja con personas reales, aunque en el devenir del mismo introduce técnicas de animación (marionetas aparecen a los 50 minutos, cuando los modelos respectivos del Sr. Pivoine y la Sra. Loubalova cobran vida. Este último toma un látigo a semejanza de su inquilino, ata el facsímil de su casera a una silla mientras se agita con el atuendo de pollo antes de aplastar la cabeza del muñeco con una piedra). Obra embestida de tintes malsanos en el reflejo de las represiones sexuales ocultas que todos (pero todos!) tenemos, en este caso jugando con el exceso que es como mejor llega la realidad. Film que de modo silente (nunca hablan los personajes), la banda sonora se surte ingeniosa y dramáticamente con sonidos ambientales híper-realistas en lo descriptivo, así como introduciendo discordante música operística y sinfónica, que en comunión con las secuencias produce una sensación grimantemente rara. Aquí todo se expresa ágil y fluidamente a través de sus actos, indagando en los fetichismos y debilidades humanas de sus más bajos instintos que nos acercan al cine de Buñuel, al que precisamente da él director las gracias en un sobreimpresionado final (también agradece a Sigmund Freud, Max Ernst y el Marqués de Sade). Un metraje extraño, perturbador, incisivo explorando las sensaciones críptico-eróticas que muchos perciben en donde otros no sienten nada. Ello componiendo un sub mundo de personajes interconectadas por sus pasiones veladas, desarrollándose todo con un sentido del humor seco y adusto, creándote incluso incomodidad al hacer la mueca por lo mórbido de muchas de las escenas, moviéndose entre los masoquista y lo patológico, habiendo cabida para peces, chinchetas, plumas, pelo, uñas, un traje de pollo, bolitas de pan, púas, animatronics mezclados con imágenes de telediario, todo un catálogo inagotable de ‘perversiones’ sexuales, que en realidad creo radiografían nuestra propio aislamiento y escasa capacidad de comunicación entre la multitud (incluso con el claro símil de vivir estas pasiones ocultas en el armario, literalmente), puesto que todos estos actos son en solitario (retrato de seis personas, pero cada una con su búsqueda del ‘placer’ por separado), un conjunto de obsesiones extrañas, pero que no hace más que mostrar lo complejo de la naturaleza humana, sus propia individualidad y diferencia con los demás, la palabra ‘normal’ es algo surrealista.

Estamos en Praga: Hay un hombre, Peony (Peter Meissel), que colecciona revistas porno, pollos (le pide a su vecina, la Sra. Loubalova [Gabriela Wilhelmova] le sacrifique un pollo) y paraguas, y con los tres elementos creará un traje de pollo; La señora Loubalova alberga en una ceremonia cuasi rreligiosa llevada a cabo en una cripta a la luz de las velas, primero azota y luego ahoga una efigie que parecee emular a Peony, sumergiendo repetidamente su cabeza en una palangana; Un quiosquero, Kula (Jiri Labus), está enamorado platónicamente de una presentadora de telediario, y para ‘estar’ más cerca de ella crea un aparato mecánico en comunión con la tele para tener sensación de estar abrazado a ella; La presentadora Sra. Beltinska (Anna Wetlinska), está obsesionada con poner sus pies en un barreño con carpas que le acaricien y chupen los dedos de dicha extremidad (incluso mientras está en el telediario); El esposo, el comisario de policía(Pavel Novy) de la presentadora oye música de ópera cada vez que encuentra tapas de cazuelas, cada vez que se roza con dedos de látex, cada vez que le acarician uñas; Y tenemos a la cartera del vecindario (Barbora Hrzanova), obsesionada con hacer bolitas de migas de pan, llegando a ensoñar que se las introduce por la nariz para luego expulsarlas. Esta funcionaria es la que parece marcar el día de ‘Los conspiradores del placer’, le manda una nota al primer tipo poniendo en la misma ‘Domingo’; A pesar de ser personas que viven sus ‘placeres’ solas, parece haber un tipo de hilo que los une invisiblemente, cual logia, ello se desprende de miradas y gestos entre ellos, incluso hay una interconexión diáfana que recuerde (igual hay más), como que las bolitas de pan llegan alimentar a las carpas.

El director nunca trata su film como algo sensual o sexy, lejos de situaciones excitantes, todo nos es reflejado como juegos individuales que solo producen placer a estas personas, pero difícilmente trasladable a otras mentes, explorando en ello nuestro propio sentido de seres únicos (para lo bueno y malo). Un examen con tintes abstractos de la mentalidad convulsa humana, de claras resonancias freudianas (seguro hasta cinta hubiera maravillado al psicoanalista austriaco), enfrentando en su metraje el puritanismo proveniente de nuestra sociedad de cultura judeo-cristiana chocando con las perversiones sexuales que todos atesoramos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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