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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
9
Comedia Don Anselmo, un anciano ya retirado, decide comprarse un cochecito de inválido motorizado ya que todos sus amigos pensionistas poseen uno. La familia se niega ante el capricho del anciano, pero él decide vender todas las posesiones de valor para comprárselo... Un clásico del cine español con el gran Pepe Isbert y guión de Azcona y Ferreri. (FILMAFFINITY)
14 de octubre de 2012
15 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
164/18(21/07/12) Clásico del cine hispano, una de las mejores películas de nuestra cinematografía que curiosamente dirigió un italiano, Marco Ferreri, pero que se nutre sobre todo del universo de uno de los mejores guionistas que dado el Séptimo Arte, Rafael Azcona, con esa genial mezcla de drama, humor negrísimo y radiografía costumbrista nos obsequia con una historia de una complejidad y ambigüedad magna que se basa un relato, ‘El paralítico’, escrito por él, años antes el binomio Azcona-Ferreri ya parieron la gran ‘El Pisito’, como curiosidad de ese mismo año es otro guión azconiano llevado al cine, la Obra Maestra ‘El Verdugo’, menudo año. Gira en torno a Anselmo (sublime Pepe Isbert) es un anciano que vive recogido en la casa de su hijo Carlos (Pedro Porcel), tiene amistad con Lucas (José Álvarez), este a causa de una discapacidad adquiere un cochecito para desplazarse, empiezan a juntarse a grupos de impedidos con cochecitos, Anselmo se siente excluido debido a esto con lo que comienza a maquinar todo tipo de planes para que su hijo le compre uno de estos vehículos a lo que este se niega. Esta es una cinta que bebe del neorrealismo italiano en su descripción cruel de nuestra sociedad, de hecho muy emparentada con la magistral ‘Umberto D.’ de Vittorio De Sica, aunque en esta el drama viene envuelto en una corrosiva comedia negra. Es un fresco sociocultural del momento, en él se vapulea el modus vivendi, la hipocresía, el egoísmo, el cinismo, la marginación, ello con una mordaz ironía, surrealista que los minusválidos parezcan más felices que los sanos, ejemplo fenomenal el día de las carreras de cochecitos, Anselmo se siente solo sin el ansiado cochecito, asimismo se nos habla de la paradoja de que crecemos con mentalidad de niños, crecemos en madurez, alcanzamos el grado máximo de lucidez y ya solo nos queda la cuesta abajo, en nuestra vejez volvemos al infantilismo caprichoso, queremos cual niños lo que tiene nuestro amigo. La puesta en escena es de gran realismo y se denotan las huellas de Berlanga en los magníficos planos secuencias, en los que van entrando y saliendo personajes de modo fluido, brillantes las escenas en la casa de Anselmo donde la claustrofobia anímica del protagonista nos toca la fibra, o la comida en la casa del hijo inválido del rico, o las charlas con el vendedor de sillas motorizadas, o los admirables tramos urbanos todo es de un naturalismo admirable, ayudado esto por una gran fotografía en blanco y negro de Juan Julio Baena (‘La Tía Tula’). Los diálogos brotan con naturalidad, son frescos y chispeantes, todo fluye como un río abrupto donde el increscendo dramático deriva en una estremecedora catarata. De la historia mana un desencanto pesimista a nuestro mundo, una sociedad que no se preocupa por nuestros mayores, no hay lugar a la esperanza. (Continua en spoiler sin)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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