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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
7
Thriller. Drama James Donovan (Tom Hanks), un abogado de Brooklyn (Nueva York) se ve inesperadamente involucrado en la Guerra Fría entre su país y la URSS cuando se encarga de defender a Rudolf Abel, detenido en los Estados Unidos y acusado de espiar para los rusos. Convencido de que Abel debe tener la mejor defensa posible, Donovan incluso rechazará cooperar con la CIA cuando la Agencia intenta que viole la confidencialidad de comunicaciones entre ... [+]
27 de enero de 2016
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
17/17(23/01/16) Buen film de Steven Spielberg, muy sugestiva oda a la integridad, a la nobleza, a la amistad, al individualismo que hace que una persona pueda defender sus convicciones aunque esté en contra de la mayoría. El guionista Matt Charman (”Suite francesa”) se interesó por los sucesos tras leer “Una vida por delante: John F. Kennedy, 1917/63”, Steven Spielberg se interesó por el argumento y decidió dirigirlo, reclutando a los hermanos Joel y Ethan Coen para revisar el guión original de Charman.

Thriller de intriga, con tensión, con goteo de sugerentes momentos de humor, con esmerada delineación de personajes, con claro aroma a cine clásico, rodado con gran elegancia, alejado del cine de acción, con ritmo sereno, que no lento, da tiempo para construirse los personajes y las situaciones, historia que nos habla de idealismo, de justicia, del honor, de los justo, de la vida como valor individual, ello enmarcado en un latente clima de tensión de la Guerra Fría, mirada al pasado con sentido reflexivo, sin buenos ni malos, introspección de carácter humanista a un conflicto que deshumanizaba y trataba a la gente como un número, peones en un complejo tablero de ajedrez, los servicios de inteligencia de ambos bandos vistos como entes carentes de la menor humanidad. Recreación brillante de la época, vivimos la paranoia escolar a los ataques nucleares, el temor a la infiltración de comunistas, o las ansias de linchamiento al “enemigo”. Relato en la honda de las historia del novelista inglés John Le Carré, en que las agencias intentan deshumanizar a los espías, relatos con conciencia donde las personas prevalecían por encima de las luchas políticas, al igual que las obras del novelista se hace una velada crítica a la hipocresía de las dos superpotencias, los USA y la URSS, vemos la farsa de los dos juicios ya sentenciados ambos acusados antes de entrar al juzgado, también se arremete contra el nulo valor que la vida humana tenía para ambos, se refleja que el afán de recuperar a sus “espías” era algo meramente crematístico y para no dieran información al enemigo, nada que ver con el humanismo, incluso hay algo más en el final (spoiler) que ahonda en esto.

Spielberg centra su relato en un hombre normal, tipo familiar íntegro, con claras reminiscencias al cine de Frank Capra o al Atticus Finch de “Matar a un ruiseñor”, con valores éticos irrenunciables, defensor de la individualidad y justicia moral que emana del sentimiento estadounidense de libertad, la brújula moral del film, su lucha no es contra a los comunistas, es por preservar los derechos de su país, esto frente a gente que intenta pervertirla, se le suma el grado humanista al emparejarlo con otro tipo, supuesto espía soviético (no se deja claro, pero se supone), otra persona de fuertes creencias en lo que hace, persona impertérrita, lacónica, serena, tratado por el realizador con un entrañable cariño y simpatía, se nos presenta como un ser tranquilo, hierático, inalterable, aficionado a la pintura el otro lado de la moneda de Donovan, y entre los dos se establece una conmovedora amistad, una gran química que hace creíble y emocional su odisea.

No faltan toques un tanto maniqueos, desvirtúan un tanto el mensaje equidistante que pretende el film, reflejado en el trato civilizado de los estadounidenses al espía soviético, frente al que someten los rusos al piloto americano, con tortura psicológica, tirándole cubos de agua, no dejándole dormir, o con los contrapicados en los interrogadores soviéticos para remarcar enormidad frente a la pequeñez del prisionero americano. Tampoco me ha gustado el modo un tanto torpón de tratar la subtrama del piloto U2 apresado, habría sobrado con que viéramos que había un espía americano atrapado, estorba, nada aporta lo que precede y vemos de él antes de ser capturado. Asimismo tiene el lastre de una diáfana previsibilidad, se ve de lejos como va a acabar todo, no hay sorpresa, todo muy lineal. Tampoco su tramo final me ha dejado satisfecho (spoiler).

Puesta en escena digna de la maestría de Spielberg, con sobresaliente diseño de Adam Stockhausen (“El Gran Hotel Budapest”), rodándose en Nueva York, en Beale Air ForceBase, cerca de Marysville en California, en los Studios Badelsberg en Berlín, y en Postdam, en el Aeropuerto Tempelhof, en el Puente Glienicke (lugar real del hecho), y en Wroklaw en Polonia, recreando con mimo la época, con los vehículos, los trenes, los aviones, la decoración, las teles, los teléfonos, el vestuario, transportándonos a esta época, por un lado el bullicio de Nueva York y por otro la desolación de un Berlín Oriental anclado en el tiempo. Esto adornado por la fascinante fotografía del polaco Janusz Kaminski (habitual de Spielberg), en cinemascope, con tomas preciosas, jugando con los claroscuros, con escala de grises, con los negros y blancos, con patinados cromáticos fríos, emitiendo un Berlín sombrío y lúgubre, una extraordinaria labor, adornada por la cálida y acogedora música de Thomas Newman (“Cadena perpetua”), pero sin ser intrusiva, ni dejar mucha huella, de hecho por el carácter minimalista del film no aparece la música hasta los 40 minutos, en lo que es la segunda vez que Spielberg no trabaja con John Williams, tras “El color púrpura”(1985), aquí el compositor no pudo por estar embarcado en “Star Wars VII”.

Tom Hanks compone a su clásico personaje, íntegro, honrado, valiente, justo, el clásico héroe capriano que tan bien encarnó James Stewart, le dota de carisma, de peso, de cercanía, de mucha empatía, una poderosa presencia, con ese ingenioso toque de que en medio de las negociaciones este refriado otorgándole una gran naturalidad. El británico Mark Rylance realiza una recreación del espía Abel brillante, con mesura, tranquilidad, respetuoso, lacónico, destila humanidad, y detenta una fenomenal química con Hanks, destilan sinceridad y lealtad, de sus momentos juntos salta un metraje sensible, que no sensiblero. (sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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