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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
9
Drama Suecia, siglo XIV. Como cada verano, una doncella debe hacer la ofrenda de las velas en el altar de la Virgen. El rey Töre envía a su hija Karin en compañía de Ingrid, una muchacha que odia a Karin en secreto. Antes de cruzar el bosque, Ingrid se detiene y abandona a la princesa, pero la muchacha prosigue su camino y se encuentra con unos pastores, aparentemente afables, que la invitan a compartir su comida. (FILMAFFINITY)
15 de marzo de 2020
15 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
54/10(11/03/20) Brillante drama sueco realizado por Ingmar Bergman, director con el que tengo relación de amor-odio, muchas de sus películas me resultan pedantes y críptico-gafapastiles, pero esta que me ocupa me ha resultado excelente por la sencillez directa en su mensaje del conflicto entre fe (cristianismo) y visceralidad (el paganismo). Con la Suecia medieval deescenario, basando la historia en una balada sueca del siglo XIII "Töres döttrar i Wänge" ("Las hijas de Töre en Vänge"), relato sobre la despiadada respuesta de un padre a la violación y asesinato de su pequeña hija, Bergman investigó la leyenda de Per Töre (tuvo siete hijas que fueron víctimas de siete violadores) con un ojo en una adaptación, considerando una ópera antes de decidirse por una versión cinematográfica, otras influencias incluyen la película de 1950 Rashomon de Kurosawa, adaptada a la pantalla por Ulla Isaksson, junto a Bergman exploraron una serie de temas mantras del ‘upsalles’, cuestionando la moral, la venganza, creencias religiosas vs paganismo, los sentimientos de culpa, la inocencia sexual como metáfora de la belleza pura, o la muerte. La escena de la violación fue objeto de censura en las proyecciones en USA. Isaksson estaba más interesado en explorar conflictos entre el cristianismo y el paganismo, Bergman quería diseccionar la culpa. El dios nórdico Odin es prominente en los temas de la película. Bergman se adentra en explorar como la maldad puede ser posible afecte a gentes creyentes, o peor aún a seres virginales, como Dios lo puede permitir, radiografía los sentimientos de ira, los remordimientos, las ansias de perdón, la búsqueda de respuestas al libre albedrio, la Eterna Lucha entre el Antiguo Testamento y su ‘Ojo por ojo’ (venganza), o el Nuevo Testamento de ‘poner la otra mejilla’ (aceptación mansa de la maldad), y solo encontramos el Silencio de Dios. Ello Bergman en una filmación cargada de lirismo visual, con elementos cargados de simbolismos (el sapo como reflejo de la maldad, los equinos blanco y negro, el cuervo cual símbolo de augurio de muerte, el tuerto cual personificación del Diablo, las ramas de abedul, y por supuesto el manantial como símbolo de la [pura]respuesta de Dios), donde se crea un ambiente cargado de inquietud, gradualmente cargado de intensidad hasta desembocar en su tramo final apoteósico de emociones encontradas, en lo que es un compendio de secuencias de enorme beldad (el modo expresionista en que se filma), con efluvios claros bíblicos (el más diáfano es el plano lateral de una mesa cenando cual ‘Última Cena de Cristo’). Bergman ganó su primer Oscar (de los tres que alcanzó; a parte del honorífico) a mejor película en lengua extranjera.

Cinta que provoca dilemas morales sobre qué hacer en el lugar de Töre (Max Von Sydow), creyente que tras una tragedia sufre una catarsis emocional que le hace cuestionarse su fe cristiana, pues el acto de venganza es emparentado con el paganismo, pero no hay que olvidar el ya mencionado ‘ojo por ojo’ del Antiguo Testamento (y es que la Biblia es un océano de contradicciones. Ello con el telón de fondo de los sentimientos de culpa de casi todos los personajes, Ingeri por no hacer nada ante el Mal, Töre por su sentido acusado de la venganza, y Märeta por dar pie a la venganza sanguinaria.

La narración se puede entender como un cuento de hadas perverso, donde hay una bruja mala (Ingeri), ogros (los pastores y el tuerto), una bella princesa virgen (Karin), un cazador justiciero (Töre). Además de haber marcados contrastes entre sus dos antagonistas Ingeri y Karim, donde el negro se ve como algo peyorativo, pues el cabello de la primera es moreno y el caballo que monta también es negro, todo lo contrario de Karim, que es rubia y monta un caballo blanco, asimismo el sexo se ve como alago pecaminoso y maligno, es por ello que Ingeri está embaraza fuera del matrimonio, ella se dice a si mima ‘Los hijos de bastardos engendran hijos bastardos’, mientras Karim es una angelical doncella virginal.

La visión confrontada de religiones tiene a Ingeri en secreto venerando a Odin, al parecer un Dios que le hace odiar, en grado sumo a la inocencia de Karim, envidia como sus padres, Marëta y Töre, la aman; Marëta profesa la fe cristiana de modo sacrificado-fanático-doloroso , llegando a auto-flagelarse vertiendo cera de vela en sus muñecas. Este duelo de fe queda exhibido sutilmente en la secuencia del desayuno, donde con un plano simbólico vemos a la familia a la mesa santificar la comida, pero viendo la toma presidida por una traviesa de madera sobre el fuego, como especie de sombra deidífica pagana. Llama a la atención la forma frívola en que vie el cristianismo Karim, la hermosa joven, llena de vitalidad, la madre la viste con las mejores galas para ir a la ofrenda de cirios a la Iglesia en Viernes Santo, para la progenitora es un rito, mientras para la doncella es un acto de vanidad superficial, esto Marëta reprocha a su hija desde su cerrada concepción moral: “Si te sales con la tuya harás feliz al diablo. Los ángeles te castigaran con granos y dolor de muelas”).

Max Von Sydow está magno como el patriarca Töre, majestuoso, lacónico, pero cuando habla resulta magnético, poseedor de un carisma arrollador, con una expresividad sutil que termina explotando en el rush final, el modo en que se azota con ramas, tremendo en la cruenta venganza, trémulo interpelando a Dios. Mantiene una química deliciosa con su hija; Birgitta Valberg encarna a la matriarca Märeta, haciendo un trabajo maravilloso, henchido de ternura; Gunnel Lindblom como la criada pagana Ingeri da una actuación espléndida como una mujer rencorosa, egoísta, frustrada, que tiene como chivo expiatorio de sus males a Karin. Tiene su momento zenit en la confesión que hace a Töre; Birgitta Pettersson como la doncella Karin despliega un encanto e inocencia juvenil que desbordan la pantalla en su dulzura. Cuando sufre el hecho trágico el espectador es presa del sufrimiento.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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