168/07(08/11/14) El nefasto Muro de Berlín fue levantado entre el 12 y 13 de agosto de 1961 y cayó por la presión popular en la noche del jueves 9 al viernes 10 de noviembre de 1989, 28 años después de su construcción, con motivo del 25 aniversario de su caída he vuelto a ver esta espléndida cinta alemana de Wolfgang Becker, una tragi-comedia conmovedora donde a través del amor de un hijo a su madre se muestra una turbadora radiografía sobre la reunificación alemana, y como no todo lo que reluce es oro, no hay regímenes paraíso, pero por lo menos los hay unos mejores que otros. El cariño que Alex exhibe por su madre es usado como una alegoría sobre los complicados cambios sociales acaecidos en Alemania, donde a la explosión de alegría del derribo del Muro, la extinción de un estado que pregonaba la utopía social del Edén del proletariado pero que asfixiaba a su pueblo en una feroz dictadura, de es seguido por la “Invasión Comercial”(Representado en la Coca-Cola), la desaparición de empleos que son reemplazados por curros en grandes cadenas alimenticias (Burger King), la pérdida de la identidad, donde grandes símbolos de la RDA como el cosmonauta Sigmund Jähn pasa de héroe nacional a ordinario taxista, asimismo se expone como el Mundial de Futbol de 1990 en Italia fue un elemento de de unidad nacional, al estilo “Invictus” de Eastwood para Sudáfrica, de aquí deriva un gag con banderas alemanas con el escudo recortado, las de la RDA. Omito la sinopsis por el límite de caracteres.

El guión es del propio director y de Bernd Lichtenberg construyen una tierna sátira en tono melodramático en el que se hace un pesimista fresco de la reunificación germana, un retrato sobre la brecha generacional entre padres (madre en este caso) e hijos, en el que Alex representa el anhelo del cambio a la libertad y Christiane la pasión por el “control estatal” comunista, un relato cargado de emotividad, nostalgia, humor, y mucho amor familiar. Alex edifica una caricatura paradójica para su madre en la que en un principio era mantener el status quo para ella, pero se le va de las manos y desarrolla una evolución idealizada del régimen comunista, una epopéyica utopía en la que da la vuelta a la realidad para hacer que los occidentales salten en masa el muro para entrar en el “paraíso comunista”, incluso hace que la Coca-Cola sea una invención soviética. Tienme la virtud el director de intentar ser imparcial sobre lo que sucede sin machacar ni vanagloriar los antagonistas regímenes, que cada saque sus propias conclusiones. La cinta posee un fascinante equilibrio entre el humor y el drama, alternando con tino los tonos, con una construcción fenomenal de personajes, con un desarrollo inteligente y mordaz, con diálogos bien llevados, con situaciones de las que se te quedan por su hondura dramática y su trémulo humor, a todo esto acompaña un elenco actoral que cumple formidablemente. La familia Kerner es una postal de Alemania Oriental, una familia partida, el padre huyó a Occidente buscando la libertad y la madre sustituyó su amor por el del régimen, y los hijos fracturados, reflejo de una un país agrietado. La historia toca el tema complejo de que la cuestión de que es mejor vivir una desoladora realidad o habitar en una fantasiosa felicidad.

Aceptar la vida tal y como es o residir en “Matrix”, el director se inspiró en varios films para su historia, esta de los hermanos Wachowski es una, incluso hay referencia visual, Denis lleva una camiseta verde parecida al cartel del film, alegoría pues “Matrix” es de 1999 y la acción de este argumento acontece en 1990, existe un guiño aun mayor que fue eliminado del metraje, Denis cuenta a Alex una idea para un film en el que hay un mundo en que máquinas (alegoría del comunismo) esclavizan a humanos (la sociedad) para generar energía, mientras los humanos habitan en un mundo de ensueño, vamos, el relato de “Matrix”, también Becker dice haberse inspirado en “El show de Truman” por la realidad inventada. Hay otras referencias cinéfilas, a Kubrick con el montaje de Denis sobre un ramo de flores girando en el aire que se convierte en tarta al son del Danubio Azul, homenaje a “2001”, o cuando Alex y Denis ponen los muebles en el dormitorio de la madre a cámara rápida al son de “La Obertura De Guillermo Tell” de Rossini, homenaje a “La Naranja Mecánica”, a la escena paródica sexual de este film, incluso en los nombres de los protagonistas se puede atisbar un tributo al director neoyorkino, Alex, nombre del protagonista de “La Naranja Mecánica” y Christiane, nombre real de la esposa de Stanley. La inquietante escena en la que Christiane pasea por la calle y se topa con una figura de Lenin transportado en helicóptero puede entenderse como un homenaje a “la Dolce Vita” de Fellini, en que vemos una figura de Jesús volando por Roma. Rascando un poco se puede ver una alegoría a “El Corazón del Ángel” de Alan Parker en el ascensor en que baja Christiane a la calle, similares, y se puede entender como la bajada al Infierno (Capitalismo es al Averno para Christiane) al que baja Harold Angel en la cinta de Parker. También se puede entender con la presencia de la marca Coca-Cola un tributo a la Obra Maestra de Billy Wilder “Uno, Dos, Tres”, que sucede en el Berlín partido y donde el protagonista es jefe local de esta bebida. El argumento asimismo es bastante similar en su premisa a la comedia gala “Hibernatus (1969) de Edouard Molinaro con Louis de Funes, donde un hombre tras 65 años congelado es revivido y para no sufra el shock le hacen creer está en 1905, cuando se heló, premisa igual a la de “Good bye, Lenin”.

Daniel Brühl se convirtió en estrella con este film, una sobria pero honda interpretación que destila cariño, abnegación materna, sentimos el amor que siente por su madre, excelente. Katrin Sass construye a una madre maravillosa, frágil, ingenua, idealista, y con gran sentido familiar, con una poderosa mirada que hace emocionarnos. (continua en spoiler)