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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
7
Drama Una familia pasa las vacaciones de invierno en los Alpes. El sol brilla y las pistas están magníficas, pero mientras comen en un restaurante, se produce una avalancha que asusta a los clientes. La madre llama a su marido para que la ayude a salvar a sus hijos, pero él ha huido para salvar su vida. La avalancha se detiene delante del restaurante, sin ocasionar daños, pero el universo familiar ya se ha resquebrajado. Tomas buscará ... [+]
10 de setiembre de 2015
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
136/13(19/08/15) Sugestivo film sueco con guión y dirección de Ruben Östlund, muy hábil en su proyección de un dilema moral para hacer al espectador partícipe de él, para involucrarnos en su introspectiva historia, para sacarle punta a situaciones que se derivan de una reacción primaria, relato incisivo, pone en entredicho con mordacidad y saña la ancestral faceta patriarcal del Hombre como guardián y protector de su familia, roza multitud de aristas para hacer una obra viva para el debate, asimismo con puesta en escena prodigiosa.

Caústica e inquietante historia, deconstruye con acidez un prototipo de matrimonio feliz, con premisa muy inteligente con la que empatizamos por su simplicidad, maneja los tiempos presentándonos a esta típica familia, para en un momento de placidez hacerles crack, y para después sumir en una avalancha de emociones a la pareja e hijos, manteniendo en tensión permanente al espectador, intuyendo que algo gordo va a pasar. Un potente drama familiar que se va enrareciendo en un increscendo asfixiante, para lo que es básico el escenario, un idílico paisaje, que se torno poco a poco en claustrofóbico, la aséptica estación de esquí y su impersonal hotel, todo muy frío, enredándonos en una telaraña malsana de sentimientos enfrentados. El director juega con el espectador lo coloca ante una familia idílica en su rutina, y de pronto la ubica ante un abismo existencial, agrieta la foto de la feliz familia, la sitúa en una crisis de identidad, pone contra el paredón la clásica estructura patriarcal, una retorcida radiografía que explora temas como la felicidad, el amor, la cobardía, los instintos básicos de supervivencia, los sentimientos de culpa, la duda existencial, el egoísmo, el perdón, ello desde una compleja óptica donde se cruzan el machismo y la misoginia. El denso relato está salpicado de dosis de humor entre lo áspero y lo desengrasante, pero que a la vez sirve de motor a la narración, ejemplo es satirizar nuestra manía moderna de grabarlo todo con los móviles, nuestro afán voyeurista, que hace del celular casi una prolongación física de nosotros mismos. Contado ello con un ritmo sereno, pero que no se hace lento gracias a la fascinante puesta en escena, sazonada con conversaciones profundas, en las que el arco de evolución resulta notable. Östlund sabe construir personajes muy humanos, que por un hecho puntual se encuentran a la deriva, perdidos, desorientados, todos con defectos, con taras, los sumerge en un punzante debate sobre el primario instinto de conservación del ser humano, de las reacciones viscerales que todos tenemos, en las que no pensamos.

Östlund analiza con aguijón envenenado el tradicional y arcaico rol del Hombre en la familia, de lo que se espera de él como reflejo del sexo fuerte, el omniprotector de la familia, el paraguas que debe salvaguardarlos de todo mal, esto puede colapsar por un mínimo detalle y entonces el núcleo familiar se hunde, el fracaso de lo que se espera de un Hombre, la pesadumbre y la vergüenza en el macho le hace desmoronarse ante el fracaso como Hombre, y la Mujer se siente desvaída ante la eclosionada fragilidad del que se supone el ángel guardián familiar, no le ha respondido como Hombre, este debate hace el espectador se identifique con los personajes, que tome partido, poniendo además a otra pareja como testigo, haciendo ellos depositarios de diferentes generaciones de cómo afrontarían los hechos. El film viene a contarnos que el ser humano es una pluma vulnerable a los más bajos instintos, da igual lo que se espere de él, sus reacciones espontáneas denotan nuestro carácter visceral, se reflexiona sobre la expiación de culpa, sobre la importancia de reconocer nuestros errores, incluso por encima de haberlos cometido, sobre la pérdida de valores, de confianza, se reflexiona sobre la vital importancia de la comprensión, sobre perdonar, sobre el orgullo, sobre la dignidad, sobre nuestros miedos, sobre la autoestima. Contado desde la objetividad, no hay buenos y malos, solo personas, presenta la situación, la desarrolla y que el espectador juzgue, desembocando en un final ambiguo, abierto a sublecturas (spoiler).

La cinta tiene sus defectos en cierta sensación de reiteración, en sensación de estancamiento, de demasiado come-come, en quizás demasiados tiempos muertos, demasiados impases. Lo peor quizás es su idiosincrasia geosocial, se siente recubierta por la coraza del carácter nórdico, lo cual puede provocar distancia con el espectador latino, con una personalidad más extrovertida y menos interiorizada, la hace por momentos exasperante por el modo en que uno afrontaría la situación, pero esto seguro es por su lugar de procedencia.

La puesta en escena es uno de su pilares más sólidos a la hora de forjar su intensa historia, espléndido diseño de producción de Josefin Asberg (“Lilya 4 ever”), filmada en Les Arcs, estación esquí de Saboya (Francia), con insertos a modo de elipsis temporales, bellas postales de las pistas de nieve o de las luces en la nocturnidad, con hermosas siluetas de los montes, con magníficas nevadas, con nieblas, ventiscas, avalanchas, brumas, o ese hotel invernal enorme, pero vacío, aséptico, la impersonal habitación en contraposición a la tormenta de sentimientos que se respira, esto atomizado por la formidable fotografía de Fredrik Wenzel , salpica la trama con interludios de los bellos paisajes blancos impolutos que potencian la impresión de estar encerrados en medio de la nada, con tensos planos a cámara fija que dan sensación de estar espiando por la cerradura, con ingeniosas tomas en que la cámara se fija en el que escucha, en sus reacciones y estando fuera de foco el que habla, y para aumentar está enrarecida ambientación está el trémulo uso del sonido, en muchos casos el turbador silencio, y en otros rompedor sonido como el sonido del cepillo de dientes eléctrico, la aspiradora del de mantenimiento del hotel o el dron,... (sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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