157/06(04/06/20) Buen film de aventuras dirigido por el húngaro Zoltan Korda (producida por su hermano Alexander Korda), con guión de R.C. Sherriff (“Adios Mr. Chips”), con diálogo adicional de Lajos Biró (“La última orden”) y Arthur Wimperis (“La Sra. Miniver”), que adaptan (con muchas libertades) la novela homónima de 1902 de Alfred E.W. Mason, considerada como la mejor de sus numerosas adaptaciones cinematográficas esta fue la cuarta, tras las de J. Searle Dawley (1915), René Plaissetty (1921) y la de Cooper, Mendes y Shoedsack (1929), siendo posteriores las de Don Sharp (1977) y Shekhar Kapur (2002). Destacando su espíritu del metraje su espíritu aventurero al llevarnos a escenarios exóticos, gracias a un gran despliegue de medios empezando pro que se rodó en Sudán con cientos de extras que se manejan en vistosas coreografía de enfrentamientos, con balaceras y peleas cuerpo a cuerpo, con batallas sensacionalmente (para el tiempo) filmadas, con espectaculares cargas de jinetes de camellos, con una fotografía en technicolor sensacional en su cromatismo fulgente y en el modo de rodar tomas panorámicas que hacen quedar empequeñecido al hombre entre el desierto, todo ello tratando temas universales como la cobardía frente a la valentía, la amistad frente a la intolerancia de comprender las acciones de nuestros compañeros, el heroísmo, el sacrificio por el sentido del deber, y por supuesto el patriotismo. Y es en esto último que me fijo para encuadrar la película en el contexto de su estreno el 18 de abril de 1939, pocos meses antes de la Invasión nazi de Polonia que dio comienzo a la WWII, y con ello la entrada en conflicto bélico del Imperio Británico, con loa al militarismo (no llegándose a entender que un hombre pueda renunciar al ejército por ética y principios morales, sin tener que acudir el resto a insultarlo por ello), a la defensa de los valores pan-ingleses, ello en pos de hacer una llamada de atención ante lo que se venía encima. Pero con esto conlleva una visión también pro-colonialista, visión paternalista del tercer mundo, únicamente ‘la raza superior inglesa’ puede gobernar a estos ‘salvajes’ (ataque de cinismo). Pues al comienzo del film han echado a los británicos de Khartum (la mayor derrota de las fuerzas inglesas en África), siendo esto una afrenta a los anglo, teniendo en mente recuperarla para poner su Union Jack en el mástil de la capital de Sudán, pero porque (fue colonia inglesa hasta su independencia en 1955)? Que les da derecho a ello? Pero en este sentido hay que darle esta licencia de su tiempo para poder disfrutarla, para embarcarte en un desarrollo ágil, con ritmo fluido, proyectando Korda épica en su minutaje en su mezcla de odisea en busca de redimir su honor, el protagonista y la epopeya de las conquistas colonialistas. En su debe pondría un final apresurado y poco valiente, así como algunas lagunas. Georges Périnal y Osmond Borradaile fueron nominados al Oscar a la Mejor Fotografía en Color.

El inicio tiene lugar en una Inglaterra cuya opinión pública está conmovida por la caída de Khartoum a manos de los derviches y por la muerte del famoso general Gordon. Otro general del ejército, Faversham – obsesionado por la continuidad del apellido dentro del ámbito castrense – descubre con espanto que su único hijo Harry (John Clements), se siente más atraído por la poesía y los valores humanos que por la carrera militar. Unos años después y tras la muerte de su padre, Harry, enamorado de la joven Ethne (June Duprez), hija de militar asimismo, que también es deseada por el capitán John Durrance (Ralph Richardson), decide por convicción renunciar al ejército en el preciso momento en que se llama a las armas para reconquistar el Sudán. Harry es despreciado por sus compañeros y su prometida, cuyo padre, el General Burroughs (C. Aubrey Smith) es un altanero fanfarrón que trata con desprecio al que iba a ser su yerno. Además de Durrance, los oficiales Thomas Willoughby (Jack Allen) y Peter Burroughs (Donald Gray), en señal de su desprecio, le envían tres plumas blancas, símbolo de cobardía para los ingleses, a la que se une la de su prometida Ethne Burroughs (June Duprez).

La puesta en escena es brillante, empezando por el magnífico diseño de producción (no acreditado, el menor de los tres hermanos Korda) de Vincent Korda (“El ladrón de Bagdad” o “El Día más largo”), rodando en interiores lujosos de los Denham Studios (U.K.), y sobre todo por lo inédito en Sudan (colonia inglesa entonces), en sus desiertos inhóspitos y en el Nilo. Cuarenta soldados del 1.er Batallón del Regimiento de Surrey del Este fueron usados con uniformes de época para escenas en las que resistieron el avance Derviche en masa; Estos lares atomizados por la formidable fotografía en Inglaterra de Georges Périnal (“El ladrón de Bagdad”) y en Sudán de Osmond Borradaile (“Los invasores”), dotando de épica a las imágenes en sus tomas generales, con colorido extraordinario en los fotogramas, sacando lo mejor de los personajes en los primeros planos; La música es obra del magiar Miklós Rózsa (13 veces nominado al Oascar, ganándolo en tres ocasiones: “Recuerda”, “Doble vida” y “Ben-Hur”), con genuinos tonos marciales, exaltando las imágenes.