En el principio de su larga carrera, Corchetes intentó hacer género de comedia. Al parecer, el hombre tuvo la humildad de reconocer que aquello no era lo suyo y en lo sucesivo, se dedicó a otros géneros que se le dieron mejor. Lamentablemente muchos de sus seguidores carecían de la misma humildad y es por lo que esta película goza de cierta consideración en círculos cinéfilos. Estoy segura que estos mismos seguidores, carentes de cualquier escrúpulo, incluso desean que Corchetes haga más comedias. Lo cual sería terrible.

"¡Jo, qué noche!" (traducido liberalmente de "After Hours") está clasificada de forma errónea como comedia/drama. Olvidemos comedia, no existe. "¡Jo, qué noche!" es una película ceniza, el reverso tenebroso de Ferris Bueller, la fiesta que acaba no a ritmo de "Twist & Shout" sino de "Eleanor Rigby". ¿De dónde sale toda esta gente solitaria? Obvio: de la puta calle.

Es posible que la película de Corchetes sea la pionera del género de comedia que induce a cortarse las venas. Si bien el guión propone gags, el director se las arregla para convertirlos en momentos que caen a plomo sobre el metraje, haciendo que desees que por favor, vuelvan a las partes dramáticas, que no eran tan espesas como las coñas. Corchetes carece por completo de sentido del chiste. En nada ayuda tampoco la música de sintetizador que es prima hermana de la de "Asalto en el distrito de la comisaría 13" y que de hecho pega mucho en la película de Carpenter porque produce mal rollo, pero aquí...

Con la música de thriller de los setenta, los gags que se autodestruyen en cuanto caen en las manos de Corchetes, los personajes plomizos, las insulsas peripecias vividas y los tiempos muertos, "Jo, qué noche" lo tiene todo para ser obra de culto y nada para ser obra maestra. Por su particular atmósfera y por el espectacular final, aprueba sin más.