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República Checa República Checa · Praha
Voto de Johan Liebhart:
8
Animación. Fantástico Un artista crea varios escenarios para posteriormente introducirse en ellos. (FILMAFFINITY)
19 de marzo de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La mirada de un pintor que se sumerge en su obra e imagina, visiona y entreteje en sus recuerdos, paisajes polimorfos al son del claro de luna. Valiente el artista que se atreve a inmortalizar en un lienzo, en una hoja, en un encuadre el río de Heráclito, este mundo de espejos y laberintos que diría Borges y que resuena aún más en ese inesperado final. Preciosa metáfora del proceso de inspiración y creación artísticos.

Jacques Drouin elabora esta obra inspirado por las experimentaciones de Norman Maclaren con la estética pictórica del regionalismo más puro. Enmarcado en una generación de talentosos animadores canadienses (Co Hoedeman, Michèle Cornouyer, Caroline Leaf...) destaca por su maestría con una técnica de animación de gran laboriosidad, la pinscreen animation.

Dicha técnica consiste en la manipulación de una pantalla de millares de pinchos cuyos relieves forman sombras y texturas muy expresivas que aportan gravedad a las imágenes. Mediante el uso de la luz y el trabajo compositivo se elaboran y se animan los fotogramas manualmente, uno a uno. Un trabajo extremadamente tedioso y demandante que ha llevado casi a la extinción esta práctica. Drouin es el último baluarte dedicado íntegramente a esta tradición con apenas siete obras tras más de cuarenta años de trabajo. Paciencia y perseverancia dan sus frutos en este poema visual conservado para la posteridad en el NFB (National Film Board of Canada) de acceso público universal en su web oficial. Vale la pena explorarla pues todos los trabajos de Drouin y otras perlas de la animación canadiense están colgados allí para su reproducción en streaming.

Como curiosidad final, el corto animado al inicio de El proceso (1962) está realizado con pinscreen-animation. El mismo Orson Welles se interesó por la técnica y contactó con sus inventores, el matrimonio Alexeïef-Parker, (maestros del propio Drouin) antes de la producción de la película para que adaptaran la famosa parábola kafkiana.
Johan Liebhart
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