Los Underwood lo han conseguido, su escalada hacia el poder ha terminado, por fin han llegado a la Casa Blanca. Después de dos temporadas de intrigas políticas, el matrimonio más maquiavélico de la televisión estadounidense ha llegado al despacho oval. No ha sido fácil, de eso pueden estar seguros, por el camino se han quedado algunos buenos amigos. La premisa es fácil, por si alguno lo quiere interna: un par de extorsiones, un asesinato por allí, amenazas por allá, mentiras amigos, traiciones a colegas y voila... ya eres el hombre más poderoso del mundo libre, ¿fácil no?
Frank Underwood, el emperador de la TV, gobierna el mundo libre con mano de hierra. Su oponentes son numerosos y como suele suceder en casi todo imperio que se precie están dentro. Su primer enemigo es él mismo, la codicia del emperador Underwood lo ciega, la sucesión al trono lo ahoga y muchos son los buitres que en forma de primarias lo quieren ver perecer. Pero el enemigo más poderoso del emperador no guarda en los pasillos del Congreso, ni en el Tribunal de la Inquisición o Tribunal Supremo, aguarda en la alcoba imperial. La emperatriz Underwood, Claire maneja los hilos del Palacio oval, lo controla todo, a los nobles, a los ricos burgueses e incluso se atreve a seducir al poderoso y malvado zar de Rusia. La emperatriz, loca por el poder del trono, anhela la corona de occidente, y aplastará al emperador si es necesario para conseguirla. El matrimonio no aguanta los envites del poder, muchas son las presiones y el amor no resiste a la ambición personal.
La serie nos enseña los entresijos más oscuros, pérfidos y sucios de la política, debates amañados, disputas internacionales, pactos secretos, sobornos...Planes de trabajo como si del programa del mismísimo Roosevelt se tratase. Porque Underwood sabe que la servidumbre debe trabajar, así no protestaran, si tienen pan el emperador saldrá ileso de cuantos buitres acechen el trono oval.
La que para mí es la temporada más completa de lo que llevamos de serie, se centra casi exclusivamente en el matrimonio Underwood. Claire y Frank protagonizan las mejores escenas de la serie con diferencia. Increíble las actuaciones de ambos actores, en especial Robin Wright que se muestra espeluznantemente bella en las confrontaciones con ese animal interpretativo llamado Kevin Spacey. Ver el aplomo y frialdad con el que este peculiar matrimonio político se trata es un regalo para los sentidos. La trama secundaria del fiel consejero Dough no aparta la atención de lo primordial como sí lo hacía en otras temporadas. Nuestro fiel escudero, nuestro Robin calvo y sin pluma se muestra enigmático, quizás más de lo común con un giro narrativo final desconcertante. Su tira y afloja con el mandamás hace pensar al espectador en que en algún momento el perro podría dejar de lado al amo e irse con un mejor guardián. Pero Dough siempre vuelve y lo hace con más fuerza, con pierna o sin ella.
Se resienten los cimientos del capitolio, la unión se desmorona, un terremoto está por venir, y los buitres acechan.