Es una película de terror sobrenatural que logra mantener al espectador en suspenso y angustia en todo momento. La trama se desarrolla de manera intrigante, con giros inesperados y momentos aterradores que mantienen la tensión hasta el final.

La actuación de Russell Crowe como el Padre Gabriele Amorth es destacable, logrando transmitir la seriedad y determinación necesaria para el papel. Su química con Daniel Zovatto, quien interpreta al Padre Esquibel, también es notable y aporta momentos de alivio cómico en medio de la tensión.

El director Julius Avery logra crear una atmósfera sufocante y misteriosa, utilizando efectos visuales impactantes y una ambientación oscura y lúgubre que contribuyen a la sensación de horror. La música también juega un papel importante en la película, creando una tensión constante y subrayando los momentos clave de la trama.

Sin embargo, la película peca de ser predecible en algunas ocasiones, especialmente en las escenas de exorcismos, que siguen los cánones establecidos por otras películas del género. Aunque se intenta añadir elementos originales y novedosos, en ocasiones cae en clichés que restan impacto a la trama.

Aunque logra captar la atención del espectador y mantenerlo interesado durante toda la película, los momentos predecibles y los clichés en algunas escenas impiden que alcance la excelencia en su género.