Estamos ante la segunda mejor película, en mi opinión, del fantástico cine surcoreano, tan sólo por detrás de la excelsa Oldboy. La gran clave del cine de este país asiático es la pureza y fidelidad con la que nos muestra a las personas y a sus relaciones entre ellas. Lejos del uso de efectos especiales y tecnología avanzada, Corea del Sur recuerda al gran cine americano de los 40, 50 y 60 en el que el desarrolllo de los personajes lo era todo y el guión la base del sustento del éxito del film. Los coreanos son más bien parcos en palabras, pero los mejores a la hora de transmitir sentimientos.
Una película de escaso reparto que se centra en los dos personajes principales y casi únicos del film, que bordan sus papeles y hace que te encariñes tremendamente de ellos. Una película preciosa, simple pero increiblemente original, su punto de partida y en lo que se basa avanzar no se había visto con anterioridad.
Las imágenes hablan y hablan muy claro, los protagonistas dialogan con sus miradas, con sus gestos, no están metidos en el papel, SON el papel.
Altísimamente recomendable, loa y mil loas al cine surcoreano, ojalá otros paises vieran en él un espejo donde mirarse y no al manido hiperproducto americano.