Estamos, sin ninguna duda, ante una de las películas más divertidas y entretenidas de toda la franquicia de James Bond. El comienzo de Roger Moore encarnando al espía británico no podía ser más brillante. Nuevamente dirigida por Guy Hamilton, esta cinta retomaba el dinamismo que habíamos visto en los últimos films de Sean Connery, con un enfoque mucho más simpático y divertido en parte por la desenfadada actuación de Moore.

Este film rebosa de frescura y diversión en cada uno de sus fotogramas gracias al carisma de sus villanos, su elecrizante banda sonora con el tema de "Live and let die" de Paul McCartney. Por si fuera poco, Jane Seymour se convierte en esta ocasión en la chica Bond, que dota a su personaje de gran interés y simpatía, lago que se hechaba de menos en las últimas entregas, siendo la chica Bond más solvente desde el personaje de Pusy Galore en Goldfinger.

La película cuenta con un ritmo de lo más dinámico y con unas espléndidas escenas de acción, en especial la persecución de las lanchas en el último tramo de la cinta, una de las secuencias de acción mejor realizadas de toda la saga gracias a su espectacularidad y por la introducción del personaje del estúpido e ignorante sheriff de Mississipi, encarnado por Clifton Jones, sencillamente brillante, pues dota a la cinta de momentos muy divertidos gracias a sus diálogos y reacciones.

En esta cinta se deja ver que ahora se parte más a crear una película de acción, dejando de lado el lado de las tramas de espionaje elaboradas en las cintas de Sean Connery, algo no muy positivo desde mi punto de vista, pero es que la época de Moore se caracterizaba en ofrecer películas con las escenas de acción lo más espectaculares posibles con las únicas pretensiones de entretener al espectador, hecho que sucede sobradamente, y si no, la divertida interpretación de Moore hará el resto.

Sin ninguna duda, una de las cintas más divertidas, entretenidas y espectaculares de toda la franquicia.