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España España · Valladolid
Voto de Alberto Monje:
8
Cine negro. Intriga. Thriller. Drama Wilson, un agente de la comisión de crímenes de guerra, está buscando a Franz Kindler, uno de los cerebros de los campos de exterminio nazis, que ha conseguido huir sin dejar huellas. Siguiendo la pista de un antiguo camarada de Kindler llega hasta Harper (Connecticut), donde es asesinado antes de poder identificar al fugitivo. La única pista que le queda es la fascinación del criminal nazi por los relojes antiguos. (FILMAFFINITY)
21 de febrero de 2016
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tercera película de Orson Welles como actor y director tras su obra magna: “Ciudadano Kane”. En ella narra una historia caracterizada por su simpleza. Pero el joven realizador en su condición de gran narrador no deja que los clichés y las historias sencillas empañen una historia terriblemente humana.
No es la mejor película de Orson Welles, ni lo quiere ser. Se le puede achacar muchos errores, pero técnicamente y cinematográficamente es impecable, quizá le falle la ordinariez de su historia, pero el director da una lección de cine en condiciones como sólo él podría hacer. Lo que la convierten en una experiencia en cine, y, sobre todo, cine negro altamente disfrutable.
Ya he mencionado que Orson Welles es un genial narrador de historias, cuida hasta el más mínimo detalle sus escenas y sus personajes, detalles que se nos pueden pasar por alto, pero que dan fe de su gran talento y maestría.
Querría empezar por el uso de la música. Siempre utilizada como acompañamiento sentimental del espectador, así como leit motiv del personaje que desencadena la obra: Charles Rankin. Cada vez que él aparece en escena, música oscura, tenebrosa y lóbrega llega a escena. El director no deja que el espectador esté engañado, como todo el pueblo lo está, de que este personaje es un hombre honrado y la música que lo acompaña durante todo el film no deja lugar a dudas: Rankin es un hombre malo.
El siguiente detalle técnico cuidado hasta la extenuación es la iluminación. Al igual que la música nos ayuda a ver la verdadera humanidad (o falta de ella) de nuestro protagonista, siendo ésta muy lúgubre cuando está él en pantalla y muy luminosa cuando están el resto de personajes.
Pero una buena película lo es si lo son los personajes, y ésta no es una excepción. En primer lugar, Charles Rankin, el coronel nazi huido, es un hombre que un día huyó de su pasado y que pensó haberlo ya enterrado todo, pero al aparecer Wilson por el pueblo, su preocupación aumenta minuto a minuto al ver el final que parece inevitable. Orson Welles hace un gran trabajo interpretando a esta repugnante persona, su semblante durante todo el metraje es rígido y frío. El contrapunto a Rankin es Wilson, el inspector que le va a investigar. Y este personaje perfectamente podría haber sido creado por Sir Arthur Conan Doyle ya que su astucia e inteligencia le permite darse cuenta de pequeñas cosas de las que nadie parece percatarse. Parte de su astucia viene dada por su capacidad de doblegarse, de hacerse pasar por una persona totalmente diferente de la que es y así conseguir datos de los vecinos del pueblo. Precisamente esto es lo que le falta a Rankin, que es incapaz de esconder por completo su identidad dejando entrever cada vez más su verdadera persona. Acompañando en todo momento a Wilson está Noah Longstreet, cuñado de Charles Rankin que se entera del hombre que realmente es el marido de su hermana y no puede ocultar su preocupación por el peligro que le entraña. Por último, pero no por ello menos importante, está Mary Longstreet, la esposa de Rankin, a la que se nos presenta como un personaje secundario, en cierta manera, alejado de la trama y al final se convierte en una pieza clave del rompecabezas que nos propone Welles. El mismo director en todo momento nos enseña sus sentimientos y nos ayuda a comprender que su situación no es nada fácil, por lo que dota de humanidad a esta mujer que vive el peor momento de su vida.
Con todo esto, el realizador al que va dedicada esta merecidísima Semana de Cine, nos da hora y media de cine negro, de tensión, de Historia que no se nos da todos los días, convirtiendo una historia con poco que contar en una experiencia que nos dejará atrapados en el sillón/silla/butaca y que nos hará llamar a eso que conocemos como cine: arte.
Alberto Monje
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