Tengo la suerte de haber visto esta película sin tener la más remota idea de que estaba basada en hechos reales y, por tanto, no conocer desde un inicio el desenlace. De este modo, me he sumergido en una cinta de cine para adultos, lo que una parte nada desdeñable de espectadores denomina 'coñazo infumable', sobre la sencillez de la vida monástica, las adversidades que entraña y el servicio a los demás, en este caso, a los que no tienen ni mierda en las tripas.

El contexto en el que transcurre es el de la espantosa guerra de Argelia de los noventa, con el brazo armado del FIS, que como todos recordamos por los informativos asesinó masivamente con extrema crueldad a raíz de que se invalidaran unas elecciones que había ganado.

Un ritmo pausado con escenas cotidianas, trato con analfabetos, pobres, mujeres y niños enfermos; escenas de labor de la tierra, su único sustento. Una película que transmite humildad y dedicación a los principios cristianos con admirable terquedad. La generación de misioneros de la que se trata eran, en buena parte, hombres de una pieza fieles a la doctrina cristiana elemental con vocación de suicidas. Ignoro si siguen naciendo religiosos de esta índole. Las misiones, desde luego, me consta que ya no son en absoluto iguales que las del siglo XX.