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España España · Barccelona
Voto de EL ALBATROS:
8
Comedia Don Anselmo, un anciano ya retirado, decide comprarse un cochecito de inválido motorizado ya que todos sus amigos pensionistas poseen uno. La familia se niega ante el capricho del anciano, pero él decide vender todas las posesiones de valor para comprárselo... Un clásico del cine español con el gran Pepe Isbert y guión de Azcona y Ferreri. (FILMAFFINITY)
14 de marzo de 2021
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fábula social, retrato mordaz y lúcido de la sociedad subdesarrollada de finales de los años 50 en la España de Franco. Un retrato certero y audaz de una sociedad moralmente cuestionable, la mirada descarnada al desprecio y vejación de los ancianos. Una elegía reivindicativa a la tercera edad, donde se trata con cariño y displicencia los anhelos y aspiraciones de un consumismo empujado por los nuevos planes de desarrollo que el régimen estaba propiciando con gobiernos tecnócratas y menos politizados ideológicamente. Un genuino y feroz esperpento urdido y arropado por la intelectualidad antifranquista de izquierdas (hay mucho más del guionista Azcona que del director Ferreri), que pretendía denunciar de forma solapada la miseria moral y social del régimen. Todo ello es gracias al valiente productor Pere Portabella.

Transcurridos 60 años desde su filmación, “El cochecito” se ha convertido en un film de culto desde hace tiempo. Un film muy estudiado y analizado por cinéfilos e historiadores porque recrea una época y costumbres sobradamente reconocibles con sus imágenes y puesta en escena. Sus largos planos, sus influencias neorrealistas tan de moda entonces en España, junto a la descripción brillante de un realismo social apabullante y desolador constituye un film emotivo y conmovedor pleno de detalles antológicos y divertidos. Don Anselmo, es encarnado magistralmente por el gran Pepe Isbert, su peculiar voz afónica y dramática, su inconfundible físico de figura singular y familiar a la vez, es uno de esos supervivientes de la Guerra Civil y la España negra, que Berlanga retrataría con el propio Azcona en “Plácido” y “El verdugo”.

Una amarga y triste historia sobre la vejez basada en un relato de Rafael Azcona titulado “Pobre, paralítico y muerto”, extraído de sus experiencias conocidas, cuyo argumento fue encorsetado y obligado a trastocar la implacable censura. Personas discapacitadas y ancianos que son reivindicados como paradigma de la felicidad a la que aspira Don Anselmo. Sus amigos disponen de un cochecito de inválidos para desplazarse por Madrid, realizar excursiones e incluso carreras. Es por ello que el que no lo tiene se siente aislado o marginado del círculo social. Anselmo vive entre dos mundos: el de molesto abuelo de su asfixiante y sórdida familia que controla su avaro hijo, y el del amigo Lucas que acaba de comprarse un cochecito para llevarle flores a su esposa al cementerio. Anselmo está dispuesto a llegar a donde haga falta por tal de conseguir el dinero para el preciado cacharro ambulante.

Los diálogos en el guión de Azcona, no tienen desperdicio, siempre llenos de ironía y sarcasmo, humanos pero a la vez hirientes, en buena parte son fiel reflejo de las convenciones sociales. De tal forma que los tullidos que Anselmo conoce son libres y felices con sus vehículos, como un apéndice de su discapacidad que les convierte en “centauros de la urbe... “, por donde disfrutan experiencias gozosas. En cambio los sanos que pueden caminar son ladinos y egoístas que sólo piensan en el dinero. Es como reivindicar un paraíso para unos seres marginados por unos familiares mezquinos y aburridos. Es evidente que nuestro protagonista necesita el cochecito más por razones psicológicas que físicas, en su empeño pícaro por demostrar que sus piernas están inservibles. Un film pesimista presidido por el horizonte de la muerte, no en vano el film se inicia con la visita de ambos amigos con flores al cementerio donde reposan sus esposas. No falta nada del animalario hispano, banquetes benéficos de nobles altruistas, usureras que compran joyas, viandantes que transportan inodoros al hombro y hasta guardias civiles en bicicleta que se apoyan en el vehículo del anciano para no pedalear.
EL ALBATROS
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