El tiempo pasa y hace estragos, y uno se va dando cuenta que ha corrido tan deprisa que ya no es lo mismo cantar "Todos quieren ser un gato jazz" con el vozarrón veinteañero que con el hilillo de voz de cinco años brincando en la cama hace algunos añitos.
"Los Aristogatos" ya no me da risa, ya no canto sus canciones igual, ya lo que me producía diversión ahora sólo me inspira una triste ternura y es cuando uno ve las reincidencias tramposas de guión en una historia tan infantil y blanca como esta: la misma temática de "La Dama y el Vagabundo", la aventura de "101 Dálmatas" y la música de "El libro de la selva".
Quizás es la película más especialmente infantil de los estudios Disney, por lo que me parece ya muy cursilona y edulcorada y sólo siento algo de vibra con su escena isignia cuando los gatos cantan en ese edificio del callejón "Todos quieren ser un gato jazz..."
Un muy bonito recuerdo de la infancia, pero nada más; mi primita de seis años seguro la disfruta más que yo.
Pese a eso, un clásico infaltable de la Disney, sin duda, pero igualmente se encuentra a años luz de la grandeza de las demás.

Lo mejor: Sus canciones y personajes.
Lo peor: Demasiado infantil.