Llena a reventar estaba la sala, y no precisamente de niños, sino de todos aquellas personas que han disfrutado de Dragon Ball durante toda su infancia y adolescencia. Con doblaje en catalán (el mejor, por cierto), y con un leve toque retro en la animación, asistimos a una versión nueva de la historia de Broly. Así pues, debemos borrar de nuestra mente aquella película que situaba al supersaiyan legendario tras la historia de Cell. En este caso, la historia se sitúa después de los acontecimientos de Buu, con Vegeta y Goku sobrepasando los límites de la fuerza que dominan en Dragon Ball Super.

Broly es un guerrero al que tuvieron que exiliar ya de pequeño por su inmensa capacidad. Sin embargo, su padre, Paragus, lo ha mantenido a raya en un inhóspito planeta. Será Freezer quien dé con ellos y los utilice para derrotar a Goku y Vegeta en la Tierra. Con Bills y Beerus como espectadores de excepción, y sin Krilín y compañía, lastres para estos niveles de poder, DRAGON BALL SUPER: BROLY se deja de secundarios y se centra en lo que realmente importa: el combate. Asistimos a una de las películas más impactantes visualmente. Es impresionante el nivel de calidad de la animación aunque, sin embargo, hemos de decir que se producen descensos evidentes en su calidad cuando cesa la lucha.

En definitiva, DRAGON BALL SUPER: BROLY, es una película de acción a raudales, una nueva concepción de Broly y un nivel de poder que sobrepasa cualquier universo. Carisma y una cantidad de golpes por segundo que abruman. Esto es lo que queremos los fans de Dragon Ball, una película a la altura. No hace falta que sea un guion demasiado elaborado, porque no lo tiene, pero se sale del cine con una sonrisa en la boca. Frikis, no os la perdáis.