Hay gente que tiene el poco envidiable don de meterse en líos. Esta es la historia de una de esas personas. Carlito, encarnado por un gran Al Pacino al que por momentos hace sombra un deslumbrante Sean Penn en estado de gracia.

Personajes bien perfilados que protagonizan una historia bastante sencilla: un hombre quiere escapar de su oscuro pasado pero, por más que lo intenta y como bien indica el título (más bien la "traducción" de éste), no puede.
El argumento no es del todo sólido, pero poco importa, puesto que la película va girando en torno a los diversos líos que persiguen a Carlito, formando así una deliciosa conjunción de tramas y subtramas perfectamente enlazadas y bien aderezadas con una nada empalagosa ni cansina historia de amor.

Con decir que Santana hace aparición una vez y media en la banda sonora se puede adivinar que ésta está al nivel de las actuaciones de Pacino y Penn.
Pero, además de los actores, el que hace grande la película es Brian De Palma, firmando un trabajo tras las cámaras prácticamente redondo. Más de dos horas sin perder el ritmo durante un segundo, bordando momentos de una intensidad monumental y regalándonos escenas dificilmente olvidables. Entre ellas, el clímax del filme: una delirante persecución de unos veinte minutos donde todo, pero absolutamente todo, se sale.