Una de las obras maestras de la historia del cine, desde esa primera escena en que el paisaje se abre y a lo lejos se ve acercándose la figura lejana de John Wayne. Hasta ese final antológico en que cierra la puerta a sus sueños perdiéndose en un atardecer casi de postal, con la sensación de que por una vez hizo lo correcto.

Película absolutamente mágica que traspasa el género del western, ahondando en el racismo y la violencia perfectamente encarnadas por un protagonista de una fuerza arrolladora. Ethan, interpretado por John Wayne es el paradigma del héroe solitario, racista violento y misógeno que a lo largo de una búsqueda de alguien a quien desprecia. Sufre una transformación no muy evidente que hace tambalear todo en lo que cree.

Personaje que se mueve por venganza, hacia los indios y hacia el mundo por no haberle dado lo que debería. Pero capaz de enfrentarse a toda la comunidad para defender a quien no es como ellos, en el fondo a quien desprecia.

Matices, una historia de una persona llena de matices extraños, capaz de lo mejor y lo peor. Quizás un anti heroe o un héroe, algo que queda a la opinión del espectador.

De alguna forma es mucho mas que indios y vaqueros, personajes duros en apariencia que no lo son y, secundarios enternecedores como el viejo Moss y su mecedora, el símbolo de la casa que nunca tendrá.

En fin, cine en estado puro con una dirección de actores soberbia y toda la sutileza que el gran Ford sabe imprimir a sus historias. Obra maestra sin paliativos

Si os gusta esta película ver dos cabalgan juntos, otra maravilla del western menos conocida pero igual de mágica.