Y es justamente en su culmen, cuando el globo, explotó.

Estoy un poco desconcertado por el desenlace, y es que todo se siente infantil, todo se siente belicoso y carente de sesera, me da la sensación de que nuestra protagonista no tiene muy claro lo que quiere o como quiere conseguirlo, y si bien este enfoque tenía sentido en las primeras dos entregas, donde el laberinto en el que ella se veía sumida no la dejaba ninguna otra opción mas dejarse arrastrar por la corriente, aquí, tenemos una gesta en forma de venganza sin sumun, sin diseño posterior o sin medio para un algo, tan solo una niña enfadada que quiere llegar de punto A a punto B porque es lo que su corazón le dicta, y por ende, y como esta saga va de que cualquier chica si se lo propone puede ser muy subversiva, pues se nos deja ante nosotros una magnicida con un criterio romántico no maleable, pero inexistente, como si todavía se encontrase en la arena y buscase irrefrenadamente la hoguera que más alumbre.

Una vez más, Peeta, espectacular, sobrepasando mis expectativas en el apartado dramático, si bien su papel se siente hasta el epilogo el más estúpido, es creo que el elemento de más alta confección de toda la obra.

Supongo que estos días estoy sensible, y agradezco el epílogo, pero desde un cómputo global, esta es con diferencia la obra más vacía; un viaje sin rumbo mas que la sangre por la sangre.