¡Woody Allen a vuelto! Hacía ya unos años que una obra del genial director de cine neoyorquino no me llenaba y llegaba de esta manera.

Por la historia, que te engancha desde el minuto 0, por la sensibilidad, el buen hacer, los maravillosos personajes, los actores, la fotografía, el guión perfectamente hilvanado, los planos, las secuencias.... Por TODO, así en mayúsculas. Para hacer un análisis minucioso de cada elemento. Ha vuelto y por la puerta grande.

Arte, literatura, poesía, filosofía, preguntas universales y sobre todo mucha fantasía de lo más delicada y hermosa, íntima y personal, pero al mismo tiempo de todos, en especial de todos los que amamos el arte y el cine.

Mientras en la fantástica "Rosa Púrpura del Cairo" mostraba su amor por el cine, en "Días de Radio" su amor por los programas radiofónicos, o en "Balas sobre Broadway" lo propio con el teatro, aquí ha expresado su amor por el arte de principios del siglo XX e incluso finales del XIX, y en especial lo que motivó e inspiró a sus creadores, artistas que vivieron en París en esas centurias y conformaron "su" época.

Es una película para respirar arte mientras piensas y al mismo tiempo no puedes dejar de sonreír durante todo el metraje. El cual por otra parte está salpicado allí y allá por los elementos más típicos del autor, siendo lo más "típico" y no por ello "malo", el personaje principal, su acostumbrado alter ego cinematográfico encarnado ya por varios actores y aquí recreado por un inspirado Owen Wilson.

En resumen: Si te gusta Woody Allen, o el arte, o el cine bien realizado. Si te gusta París, o los "cuentos modernos". Si te gusta la buena música como el Jazz, o simplemente te has planteado alguna vez la pregunta ¿Cualquier tiempo pasado fue mejor?, ésta es tu película.