Salgo del cine con la sensación de que he estado en la cárcel con exmiembros de ETA, en una concentración en honor a Juan Mari Jáuregui, dentro de un coche en el que me han ofrecido un tour por diferentes escenarios de asesinatos.

Salgo con mal cuerpo y tomo el camino hacia mi casa. Con baldosas húmedas por la lluvia. Y no sé si sigo en mi ciudad o si he sido abducido y transportado a las calles del País Vasco.

Salgo con la sorpresa de haber olvidado si estaba ante un film o ante un documental.

Salgo convencido de que España necesita más películas como ‘Maixabel’, en las que se cuentan los hechos con toda su crudeza. Con subjetividad, evidentemente, pero sin la manipulación torticera que denuncian los talibanes abertzales y los integristas de la caverna. Una aproximación a la verdad, le duela a quien le duela.

Salgo persuadido de que cuenta más un movimiento de la ceja de Luis Tosar que una decena de explosiones en una película de Hollywood.

Qué buen guion. Y qué actores principales, magníficamente arropados por los secundarios. Quizá con la excepción de una exintegrante de ETA, que en un desliz incomprensible se olvida de actuar…