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España España · Madrid
Voto de Pedro:
9
Thriller. Intriga. Drama Benjamín Espósito es oficial de un Juzgado de Instrucción de Buenos Aires recién retirado. Obsesionado por un brutal asesinato ocurrido veinticinco años antes, en 1974, decide escribir una novela sobre el caso, del cual fue testigo y protagonista. Reviviendo el pasado, viene también a su memoria el recuerdo de una mujer, a quien ha amado en silencio durante todos esos años. (FILMAFFINITY)
22 de noviembre de 2009
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
"¿Qué temes, Benjamín? Aquí hay un papelito que dice 'temo' "

"No... Es una prueba que escribí medio dormido, una tontería..."

Poco después se encienden las luces de la sala, y uno ya se da cuenta de que acaba de asistir a una lección de cine.

Esta película es virtuosa en su empleo de la técnica cinematográfica. No sólo por su cuidada música o alguna secuencia como la del campo de fútbol donde combina el uso de cámara en helicóptero, grúa y steadycam de modo espectacular, sino porque a lo largo de todo el metraje subraya sutilmente lo que importa. La importancia de los ojos. Juega la fotografía con su composición de imágenes a ese subrayado, para lo que usa el foco selectivo -enfocando o desenfocando- y se vale de objetos o partes del cuerpo en primerísimo plano tapando parcialmente el objetivo de la cámara. Así se hace dueña la pantalla también de nuestros ojos: nos lleva a mirar el detalle que algunas veces está a la izquierda, a la derecha, en el centro, en primer plano, al fondo... Todo sirve además para mostrarnos el alma de los personajes, las arrugas de sus rostros, el paso del tiempo y las huellas que deja en las personas cada marca del pasado, cada sufrimiento, cada sentimiento... Nos enseña a mirar desde fuera a dentro.

La dirección de actores es tan elaborada como discreta, pues las interpretaciones aparecen tan naturales e intensas a la vez que nos sentimos inmersos alternativamente -según el flashback nos hace retroceder o volvemos al presente que resolverá la trama- en ese Juzgado de Argentina entre finales del último gobierno peronista poco antes del golpe militar del 76 y el comienzo de un nuevo siglo. Por supuesto, el reparto hace esa tarea sumamente sencilla, sobre todo gracias a unos Darín, Villamil y Francella que nos obsequian con actuaciones moviéndose a la perfección entre lo trágico, la intriga y las justas dosis de una comicidad cómplice. Mezcla ésta de tres tonos narrativos que no son sino otro mérito que el guión combina perfectamente.

El argumento es tan rico en matices como el empleo de la técnica. Otra vez la importancia de los ojos, o mejor, del alma reflejada en ellos. Los del asesino, los de la víctima, los de la abogada y su secretario, los del esposo de la víctima... Nos hablan de pasiones. Pasiones que se entremezclan entre amor, dolor y concepto de justicia, dando algo en lo que reflexionar.

Vestido de thriller y misterio, Campanella nos habla en realidad de lo que demostrara que se le da tan bien desde "El hijo de la novia": los sentimientos profundos. Porque ésta es por encima de todo una película de amor. El que se esconde entre dos figuras borrosas cuyas manos se unen separadas por el cristal de la ventanilla de un vagón de tren, y que se entrelaza con el amor perdido de Ricardo Morales por Liliana Colotto el día que alguien trastocó una sonrisa de ángel en una mueca de sangre, mientras que una máquina de escribir en la que la letra "a" no funciona aporrea cada sentimiento sobre el papel.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Pedro
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